Dódeka

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JENNIE


Espero que Lisa llame a la gente para que me vista en lugar de dejarme salir de la casa. Todo en nombre de la seguridad, por supuesto. Así que me sorprende cuando me lleva a la puerta principal, ahí hay un par de botas de piel de oveja, y señala el banco escondido en un hueco del vestíbulo.

—Siéntate.

—Me compraste botas —son horribles, pero eso no es lo que me hace levantar las cejas— ¿Ésta es tu idea de un compromiso?

—Sí, creo que he escuchado la palabra antes —espera a que me las ponga, observando de cerca como si estuviera a punto de saltar y hacerlo por mí. Cuando levanto las cejas, se mete las manos en los bolsillos y casi logra fingir que no es una mamá osa sobreprotectora— Soy muy consciente de que no permitirás que te carguen por la calle.

—Muy astuto de tu parte.

—Como dijiste: compromiso —luego viene una chaqueta tipo gabardina grande que cubre mi vestido prestado. Me veo absolutamente ridícula, pero eso no impide que mi corazón se caliente.

Lisa, reina de la ciudad inferior, la mujer mala del Olimpo, alguien más mito que realidad, se está ocupando de mí.

Me encuentro conteniendo la respiración cuando Lisa abre la puerta principal y salimos a la calle. No se parece en nada al callejón que conducía al pasaje subterráneo que usó para llevarme a su casa.

No hay basura, no hay espacios cerrados ni suciedad.

La ciudad superior es todo rascacielos, los edificios casi bloquean el cielo; pueden ganar más carácter cuanto más se aleja del centro de la ciudad, pero no pierden altura. Todos los edificios de esta calle se detienen en tres o cuatro pisos, y cuando miro a mi alrededor, encuentro una lavandería, dos restaurantes, algunos lugares con negocios que no puedo determinar y una pequeña tienda de comestibles en la esquina. Todos los edificios tienen una sensación de antigüedad, como si hubieran estado aquí cien años y seguirán estando aquí dentro de cien años más. La calle está limpia y hay mucho tráfico peatonal en las aceras. La gente es variada, vestida con todo, desde casual hasta vaqueros y un tipo con pantalón de pijama y marca de almohada en el rostro que se mete en la tienda de la esquina, todo es tan normal.

A estas personas obviamente no les preocupa que los paparazzi vayan a aparecer a la vuelta de la esquina o que un movimiento en falso cause consecuencias sociales catastróficas. Aquí hay una facilidad que no sé cómo explicar.

Me doy la vuelta y miro la casa de Lisa, parece exactamente como esperaría de las partes del interior que he visto. Casi victoriana con sus techos empinados y todos los extras estilísticos. Es el tipo de casa que habla de una historia larga y complicada, el tipo de lugar al que los niños se atreven a correr y tocar las puertas después del anochecer.

Apuesto a que hay tantas leyendas sobre esta casa como también sobre la mujer que vive en ella.

No debería encajar con el resto del vecindario, pero el ecléctico choque de estilos no es un choque en absoluto. Se siente extrañamente uniforme, pero con el carácter del que carece el centro de la ciudad superior.

Me encanta.

Miro hacia atrás, solo para encontrar a Lisa mirándome.

—¿Qué?

—Estás comiéndote todo con los ojos.

Supongo que sí. Le doy a la calle otra mirada, deteniéndome en los pilares que rodean la lavandería. No puedo estar segura a esta distancia, pero casi parece que hay escenas grabadas en ellos.

Styx ࿐ ᴊᴇɴʟɪsᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora