Eíkosi tría ࿐

597 74 25
                                    

LISA


—Lisa, vamos a llegar tarde.

Me siento en el suelo mientras los tres cachorros negros entran y salen de mi regazo. Les tomó la mayor parte del día adaptarse al espacio, y decidimos limpiar una habitación cerca del patio interior para que tengamos fácil acceso al exterior para hacer sus necesidades. Tanto que considerar, que casi me distrajo de lo que viene.

Casi.

Miro hacia arriba y mi respiración se queda atrapada en mi garganta.

Jennie es hermosa con todo lo que usa, pero es deslumbrante en negro. El color crudo resalta su piel dorada y cabello brillante. Da la sensación de un rayo de sol perdido que de alguna manera encontró su camino hacia el inframundo. El vestido se adhiere a su piel como aceite, se derrama sobre sus pechos y baja por sus caderas para caer al suelo alrededor de sus pies.

Parece una maldita reina.

—¿Lisa?

Me doy una sacudida mental, pero no puedo apartar los ojos de ella.

—Estás preciosa.

Se mira y se pasa las manos por las caderas.

—IU se superó con este. Es engañosamente simple, pero el corte y la tela son simplemente magistrales.

Con cuidado muevo a los cachorros de mi regazo y me pongo de pie.

—No se vería tan magistral en nadie más.

—Ahora solo me estás tomando el pelo —pero ella sonríe como si mis cumplidos la hicieran feliz. Tengo que controlar el impulso de prometer que la alabaré todos los días si eso pone esa expresión en su rostro.

¿Habrá notado cómo se ha relajado y desplegado lentamente en las últimas semanas? Yo sí. Ha dejado de guardar sus palabras, ha dejado de considerar cada conversación como un campo de batalla del que tal vez no salga del otro lado. Es otro claro indicio de la confianza que deposita en mí.

En lo segura que se siente.

Señala a los cachorros, y su expresión se vuelve indulgente.

—¿Has considerado los nombres?

—Perro —no lo digo en serio, solo lo digo para verla poner los ojos en blanco.

No defrauda.

—Lisa, tienes tres perros. No puedes llamarlos a todos "perro". Necesitan nombres.

—Cerbero —señalo al más grande de los tres, el que es el líder evidente, incluso a esta edad— Este es Cerbero.

—Me gusta —sonríe— Ahora, los otros dos.

—Quiero que tú los nombres.

Sus cejas se juntan y, por primera vez desde que entró en la habitación, parece insegura.

—No creo que sea una buena idea —porque ella se va.

El instinto me dice que retroceda, que me proteja, pero la fecha límite me vuelve imprudente.

—Jennie.

—¿Sí?

¿Hay esperanza en su tono? Tengo miedo de asumirlo.

Hay mil cosas que podría decir ahora mismo, mil cosas que quiero decir. Pasar las últimas semanas con ella me ha hecho lo más feliz que recuerdo haber sido. Ella me desafía y me deleita a su vez, y tengo la sensación de que podría conocer a esta mujer durante décadas y todavía encontraría formas de sorprenderme. De repente, deseo desesperadamente que este invierno nunca termine, quiero que la primavera nunca llegue y quiero quedarme con ella aquí para siempre.

Styx ࿐ ᴊᴇɴʟɪsᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora