Eíkosieftá

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LISA


Esperaba que Jennie se apartara de mí. Ha visto de lo que soy capaz, y no hay ilusiones de que soy realmente buena fingiendo. He pasado los últimos treinta minutos preparándome para ello mientras dejo que acomode a su hermana en el piso de arriba.

Nunca esperé que ella se volviera hacia mí en busca de consuelo.

—Lo siento —Jennie suelta un largo suspiro y sus manos agarran la parte de atrás de mi camisa como si pensara que me alejaré un segundo antes de que me lo diga— Parece que no te he traído más que problemas desde que llegué a la ciudad inferior.

—Ven aquí —presiono un beso en su sien— Nunca te disculpes por irrumpir en mi vida, pequeña sirena. No me arrepiento ni un momento de mi tiempo contigo, no quiero que tú te arrepientas tampoco.

—Está bien —susurra. Se aferra a mí en silencio mientras escuchamos a Tzuyu comenzar a sollozar en el baño, lo suficientemente fuerte como para ser escuchada en la ducha. Finalmente, Jennie suspira— No puedo dejarla esta noche.

—Lo sé —no quiero dejarla ir, ni salir de esta habitación. Con suficiente tiempo y distancia, podría reconsiderar cómo se siente acerca de lo que sucedió esta noche. Me aclaro la garganta— Gracias por llamarme por mi nombre. Yo... no sé si me habría detenido —me tenso, esperando el inevitable rechazo que traerá la confesión.

Ella asiente lentamente.

—Por eso lo hice —empieza a decir algo más, pero la ducha se cierra. Ambas miramos hacia el baño. Tzuyu la necesita más que yo esta noche.

Le doy un último apretón y me obligo a soltarla.

—Estarás a salvo aquí, no importa qué más haya cambiado, eso no ha cambiado.

—Lisa... —su labio inferior tiembla un poco antes de que parezca hacer un esfuerzo por reafirmarlo— Él va a usar esto para obligarme a retroceder y ponerte de rodillas.

No puedo mentirle, incluso si una mentira reconfortante puede sonar bien en este momento.

—Lo va a intentar —me vuelvo hacia la puerta— Pero no dejaré que te lleve, Jennie, incluso si tengo que matarlo yo misma.

Se estremece.

—Lo sé —las palabras no son alegres. En todo caso, suenan tristes, casi como si se estuviera despidiendo.

Es más difícil dejarla de lo que pienso, no puedo evitar la sensación de que ella no estará ahí cuando regrese, pero no importa qué más sea cierto, Jiyong no se arriesgará a desperdiciar su ventaja atacando esta noche.

Necesita al resto de los Trece detrás de él cuando venga por mí, y eso llevará tiempo.

Eso espero.

Encuentro a Bambam parado fuera de mi estudio. Está mirando a la puerta, pero lo conozco lo suficientemente bien como para saber que todavía está enojado por cómo sucedieron las cosas esta noche.

Espabila cuando me ve.

—Andreas está esperando.

—Entonces, no lo hagamos esperar más.

El anciano ya está negando con la cabeza cuando entramos en la habitación y cierro la puerta.

—Sabía que llegarías a esto. Él te aplastará como aplastó a tu padre —sus palabras se arrastran levemente, y el vaso de líquido ámbar en su mano es el obvio culpable.

Le doy una mirada a Bambam, pero se encoge de hombros. No hay nada que decir. Incluso a su avanzada edad, Andreas hace lo que quiere. Necesito que mi gente se concentre, pero primero tengo que lidiar con esto. Después de todo, se lo debo.

Styx ࿐ ᴊᴇɴʟɪsᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora