«𝗦𝗼́𝗹𝗼 𝗵𝗮𝘆 𝗾𝘂𝗲 𝘁𝗲𝗻𝗲𝗿 𝗰𝗼𝗻𝗳𝗶𝗮𝗻𝘇𝗮 𝗲𝗻 𝗲𝗹 𝗱𝗲𝘀𝘁𝗶𝗻𝗼, 𝗽𝗼𝗿𝗾𝘂𝗲 𝗮𝗹 𝗳𝗶𝗻𝗮𝗹 𝗹𝗼𝘀 𝗰𝗼𝗺𝗽𝗹𝗲𝗺𝗲𝗻𝘁𝗼𝘀 𝘀𝗶𝗲𝗺𝗽𝗿𝗲 𝗮𝗰𝗮𝗯𝗮𝗻 𝗷𝘂𝗻𝘁𝗼𝘀...»
~ Pasaron casi tres años desde la dolorosa despedida de Sophia...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
TOM
Ya podía respirar tranquilo.
Todo había salido tal cual lo planeado y esperado.
Pasé todo el puto concierto con mi corazón en mi garganta. Esperando que Hanna haga lo que habíamos acordado, esperando que el de los efectos especiales mueva el panorama justo a tiempo, me iba a dar una taquicardia.
Pero para mí buena suerte y gracias al esfuerzo, no podía quejarme del resultado.
Y más por el beso que Sophia me plantó al abalanzarse contra mí cuando finalicé mi pequeño acto.
Sentía que iba a estallar de la felicidad. Después de todo lo que buscaba era demostrarle lo que sentía, si no me creía con palabras, con actos efectivamente lo haría.
-¡Tú cuando mierda piensas hacer algo así de lindo para mí!-el momento bonito fué cortado por la voz exclamativa de Hanna.
-¡Pero yo no necesito recuperar nada a diferencia de él!-me señaló el acusado y le dí una sonrisa hilarante achicando mis ojos.
-¡Y eso qué tiene que ver, el amor debe conservarse en una relación, Georg Moritz Hagen Listing!-objetó furiosa para darse media vuelta y alejarse.
-Uy hermano, ha dicho tu nombre completo. Es mejor que la sigas-dijo con una sonrisa y un tono de burla Gustav.
-Nah, cuando le compre una margarita en la discoteca a la que vayamos, se le pasará-le restó importancia cruzándose de brazos.
Se creó un silencio en el que al parecer todos se percataron de Sophia y yo aún uno contra el otro por lo que surgieron muchas supuestas cosas que hacer para empezar a dispersarse.
La pelinegra cruzó miradas conmigo para después dirigir su vista hacia abajo y arrugar su ceño.
-¡Bueno, ya mucho cariño, no te emociones!-se apartó completamente ruborizada.