Capítulo 13

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*TOC Toc...*

—Rebecca, Heidi te espera abajo. ¿Has visto a Freen? —La señora Armstrong tocó la puerta con impaciencia.

Al escuchar que era Heidi quien la buscaba, un escalofrío recorrió el cuerpo de Sarocha. Ella tenía un novio, y la relación entre Rebecca y Heidi también era seria. Sarocha, perturbada, intentó levantarse de la cama, pero fue detenida por Rebecca, quien, anticipando el conflicto, trató de retenerla.

—Sí, mamá. Me trajo una camisa, pero no sé dónde está ahora. Saldré en un momento —respondió Rebecca.

—Ábreme, necesito entregarte tu saco —insistió la señora Armstrong.

Rápidamente, Rebecca empujó a Sarocha al baño y cerró la puerta detrás de ella. Al abrir la puerta a su madre, recibió el abrigo y escuchó sus advertencias sobre la comida y las apariencias, evidenciadas por la cama deshecha.

Una vez que su madre se marchó, Rebecca aseguró nuevamente la puerta, recogió la camisa del suelo y se acercó al baño, indicando a Sarocha que ya podía salir.

Beck trató de tomar la mano de Sarocha y acercarse para besarla, pero Sarocha la detuvo. —Lo que ocurrió no puede repetirse. Fue solo un momento de debilidad —dijo con firmeza. Con elegancia, Sarocha ajustó su vestido y salió con discreción. Sin embargo, al bajar las escaleras, se encontró con Heidi en el vestíbulo.

Heidi la examinó de arriba abajo con desdén, claramente sorprendida de verla venir del piso superior.

—¿Quién eres? —Preguntó Heidi con una ceja levantada.

—Soy Freen, buenas tardes —respondió Sarocha con cortesía, aunque con un tono firme.

— ¿Qué hacías arriba? La comida es en el jardín —replicó Heidi con arrogancia.

—¡Vaya! No sabía que esta era tu casa —Sarocha replicó, sin dejarse intimidar por Heidi.

En ese momento, la señora Armstrong se acercó. —Freen, querida, te encontré. Gracias por traerle la blusa a Rebecca. Ven, acompáñanos al jardín.

—Y, dirigiéndose a Heidi, ​​añadió—: Heidi, ​​si deseas unirte, avisales que preparen una silla. No sabíamos que vendríamos.

—¡Ah, claro! No había confirmado con Rebecca. Pero sí, me uniré a ustedes. Gracias —dijo Heidi, ​​claramente incómoda.---
Después de unos minutos, Rebecca descendió las escaleras y notó la expresión molesta de Heidi; Sabía que le había mentido y debía actuar para aplacar la tensión.

-¡Hola! ¿Qué haces aquí? ¿Acaso no dijiste que estarías de viaje?

¿Tengo que enterarme por tu estupida asistente que estarás presente? —preguntó Heidi, ​​claramente alterada.

—Primero, no te refieras de esa manera a Nam; segundo, mi viaje se canceló y mis padres me pidieron que viniera a la reunión. Además, tú y yo tenemos que hablar —Beck replicó con tono de molestia, ya que nunca le recriminaba a Heidi sus ausencias.

—Vamos al jardín, Heidi. Todos nos están esperando —dijo Rebecca, tomando un profundo suspiro y avanzando, dejando a Heidi detrás.

—Espera, Rebecca, deben vernos entrar juntas —insistió Heidi.

Al llegar a la entrada del jardín, observeon a la madre de Rebecca charlando animadamente con Freen. Por un momento, Rebecca pensó que era la primera vez en mucho tiempo que veía a su madre tan feliz, y le agradaba ver cómo se llevaba con Freen.

Al acercarse, todos saludaron a Rebecca y Heidi. Heng envolvió a Rebecca en un cálido abrazo, recordando el tiempo que había pasado desde su último encuentro. Nam y el tío Marcus también la saludaron.

Heidi, ​​por su parte, exageraba su amabilidad, especialmente después de su encuentro previo con Freen. Esta última intercambió una mirada con Beck, cuestionando si debía ceder su lugar junto a la madre de Rebecca. Sin embargo, la señora le aseguró que disfrutaba de su compañía. Freen, agradecida, hizo una reverencia.

Durante la comida, preguntaron a Freen sobre su profesión. Al escuchar que era abogada y accionista de un despacho, la madre de Rebecca expresó su admiración por su independencia y esfuerzo, dirigiendo una mirada crítica a Heidi.

—Y tú, Beck, ¿a qué te has dedicado? La última vez que nos vimos éramos adolescentes. Recuerdo tu pasión por enseñar en la escuela de buceo... Y, por cierto, te debo mi gratitud. Si no hubieras salvado a esta belleza no la hubiera conocido... —Heng se acercó a Freen, abrazándola y besando su mano con ternura.

La cercanía de Heng con Freen inquietaba a Beck. Sintió un ardor de celos, deseando que Freen solo fuera suya. Antes de que pudiera reaccionar, Nam, notando la tensión en el aire, intentó calmar a Beck pisándole el pie, esperando evitar cualquier escena inoportuna.

—Beck, ¿Me acompañas a la cocina?—Nam hablo de forma firme.

—Si Nam vamos!—Beck hablaba de forma incómoda.

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