A través de su diario virtual, Saejin intenta mostrarle al mundo el lado oscuro de la vida de un idol AI. Sin embargo, con la llegada de Seung, la realidad que Saejin conocía hasta entonces cambia radicalmente.
La pregunta es: ¿Saejin está preparado...
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Estoy un poco nervioso. Hoy será un día distinto a los demás, puesto que comenzaré a grabar un videoblog. Me pregunto si mi contenido les gustará a los internautas. ¡¿Y si nadie visita mi canal en YouTube?!
―¡Basta, Saejin! ―exclamo para darme ánimos―. ¡Confía en ti mismo!
Aparto las dudas de mi cabeza, enciendo mi cámara y empiezo a grabar. Al fin y al cabo, esta sólo será una prueba. Incluso puedo consultar el guión que escribí si es necesario.
―¡Bienvenidos a Sunshine City! ―digo con entusiasmo. Mi voz suena clara y alegre. Tomo el guión y leo en voz alta―. Bonita ciudad, ¿no creen? Parece el tipo de lugar en donde los sueños se hacen realidad―. Hago una pausa y luego añado―: ¿Qué es Sunshine City? Bueno, primero que todo, es mi hogar. Siempre estoy aquí. Es mi pequeño universo.
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"Es difícil no sentirse optimista estando aquí. Nada parece realmente malo cuando alzas la vista y miras el cielo despejado y cubierto de adorables nubes esponjosas", digo en el video que acabo de grabar.
"Cada mañana salgo de casa y recorro con entusiasmo las calles de mi vecindario. Saludo amistosamente a mis vecinos, quienes siempre se alegran de verme. Me esfuerzo por contribuir en la comunidad y hacer que este sitio sea aún más hermoso", cuento a la cámara, sonriendo ampliamente.
Todo lo que he dicho suena idílico, y en parte es cierto. Sin embargo, debo admitir que he evitado deliberadamente varios temas que son complicados para mí. No hablé acerca de los extraños sueños que he tenido últimamente, ni tampoco sobre la agobiante sensación de tristeza que siempre me acompaña a donde sea que vaya. No importa lo que haga, al final del día siempre me siento extrañamente vacío. ¿Qué es lo que me falta? ¿Qué es lo que necesito para ser completamente feliz?
Pareciera que le agrado a las personas, pero no tengo amigos cercanos. Cuando veo las parejas paseando de la mano por las calles, me siento solo.
Me gustaría que alguien me amara o deseara mi compañía.
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Me preparo para salir de casa cuando escucho que alguien golpea la puerta.
Me miro en el espejo por última vez y voy rumbo a la entrada. Abro la puerta esperando ver el familiar rostro de alguno de mis vecinos, pero, en lugar de ello, me encuentro cara a cara con un chico a quien nunca he visto.
―Hola ―lo saludo, repentina e inexplicablemente nervioso―. ¿Puedo ayudarte en algo?
Detrás del desconocido, hay otros tres chicos; uno de ellos es muy musculoso, el otro tiene el cabello de color anaranjado y el que se encuentra en medio viste una llamativa sudadera roja.
―Eres Saejin, ¿cierto? ―me pregunta el chico que está frente a mí.
Creo que nunca había visto a alguien tan guapo como él. ¡Sus facciones son elegantes y perfectas! Desearía no haberme dado cuenta, puesto que de inmediato me ruborizo. Santo Dios, qué vergüenza...
―Sí, soy yo ―respondo tímidamente.
Él sonríe, pero es evidente que está preocupado.
―Sólo quería cerciorarme de que realmente fueras tú ―susurra.
¿Acaso está intentando bromear? Si ese es el caso, no ha tenido mucho éxito, pero sonrío de todos modos.
Durante unos segundos, se instala un incómodo silencio entre nosotros. Estoy a punto de preguntarle cuál es su nombre cuando una lluvia de recuerdos viene a mi mente.
