『 𝐄𝐏.𝟓 』

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¿Por dónde empiezo?

Últimamente siempre estoy con Seung, así que no he tenido tiempo de grabar mi habitual video diario.

¿Pueden creer que nos hemos vuelto inseparables?

Mi deseo se hizo realidad.

Sí, Seung y yo por fin somos amigos.

Amigos.

Pienso en la palabra una y otra vez. A veces me parece una linda palabra, pero otras veces... suena vacía, como si no tuviera valor. En cierto sentido, describe a la perfección mi relación con Seung.

Es curioso, porque cuando estamos juntos me siento feliz y triste al mismo tiempo. Es una sensación agridulce que nunca me abandona por completo. 

Experimentar dos emociones opuestas a la vez es duro.



Últimamente no hablo mucho. Puedo pasar un largo rato en silencio, sumido en mis pensamientos. Al principio, Seung parecía contento con mi repentino mutismo, pero ahora está un poco preocupado.

―¿Qué estás pensando? ―me preguntó hace algunas horas. Me dio unos toquecitos en la sien y me miró con atención, esperando una respuesta.

Estábamos en Butterfly Hill, sentados en nuestra banca.

―Pensaba en la verdadera razón por la que me gusta este sitio.

―¿Puedo saber cuál es? ―inquirió, enarcando una ceja.

―Me costó un poco adaptarme a Ghost City. Los primeros días me sentí bastante perdido. No me gustaba la ciudad. ¿A quién le gustaría vivir en un mundo en blanco y negro?

―Personalmente, me da lo mismo ―me interrumpió Seung―. ¿Qué importa si las cosas no tienen colores intensos y alegres? Los objetos continúan siendo los mismos, sean del color que sean...

―Bueno, pues a mí no me gusta el blanco y el negro ―repliqué, un poco molesto―. Volviendo a mi historia...

Pero Seung me interrumpió nuevamente.

―Estabas deprimido, encontraste este lugar y ¡boom! te sentiste feliz otra vez. Fin ―dijo, riendo―. Eres tan cursi...

Me mordí el labio. Tuve que contenerme para no decirle que era un idiota. Ya no quería estar en el mismo lugar que él, así que me puse de pie y me dispuse a marcharme.

―Saejin, vamos..., sólo estaba bromeando ―exclamó Seung, pero lo ignoré.

Conocía Butterfly Hill mejor que él, así que me resultó fácil esconderme.



Seung me encontró media hora más tarde. Me había sentado bajo un árbol y contemplaba el follaje estático. Sabía que tarde o temprano Seung me encontraría, pero necesitaba estar solo un momento para organizar mis ideas.

―Lo siento, ¿de acuerdo? ―se disculpó Seung, sentándose a mi lado. No sonaba arrepentido; dudo que alguien como Seung tenga la capacidad de arrepentirse.

―No importa ―murmuré―. Es mi culpa. Era obvio que no lo entenderías.

―¿Por qué este lugar es especial para ti?

Señalé hacia arriba.

―¿Ves esa mariposa? ―le pregunté.

Seung siguió mi mirada y la encontró.

―Sí.

―Está batiendo sus alas.

―¿Y eso qué?

―Antes de que llegaras, esa mariposa era el único ser vivo en Ghost City que podía moverse. Además de mí, claro. Verla me hacía sentir esperanza, ¿sabes? Quería creer que todos estaban dormidos porque este mundo aún era demasiado joven...

―Supongo que perdiste la esperanza hace tiempo―comentó Seung.

Negué con la cabeza.

―Nunca pierdo la esperanza. Probablemente es un defecto de mi personalidad.

Seung colocó una mano sobre mi hombro.

―Yo... no creo que sea un defecto ―dijo. Me conmovió que mintiera para intentar hacerme sentir mejor―. No exactamente ―agregó un segundo después, visiblemente incómodo por haber sido amable.

―¿Acaso tratas de animarme? ―le pregunté con sarcasmo.

―Oh, no hables como yo ―me espetó―. El sarcasmo no te queda tan bien como a mí.

Su comentario me hizo sonreír.

Ninguno de los dos supo cómo continuar con la conversación. De la noche a la mañana, nuestros silencios empezaron a ser más inquietantes de lo habitual.

―Ahora que me conoces un poco más... ¿sigues pensando que soy un milagro? ―inquirió Seung de repente.

Asentí con la cabeza.

―Pero los milagros en Ghost City no son como uno espera... ―susurré.

―Piensas que soy como esa estúpida mariposa, una burla de tus sueños.

Me giré hacia él, perplejo. ¿Por qué habló como si yo hubiera herido sus sentimientos?

Entonces, antes de que pudiera decir algo, sucedió otro milagro.

La mariposa voló hacia nosotros y sus alas adquirieron una hermosa tonalidad azul frente a nuestros ojos.

―¿También lo estás viendo? ―le pregunté a Seung.

―Sí.

Extendí una mano y la mariposa se posó sobre el dorso. El contacto me hizo cosquillas en la piel, lo cual también formaba parte del milagro.

Seung colocó su mano bajo la mía con mucho cuidado y esperó tranquilamente a que la mariposa caminara hacia su piel.

―Es preciosa ―murmuré.

Seung me miró y esbozó una sonrisa.

―Lo sé.

―Pero es imposible...

Él se encogió de hombros y volvió a centrar toda su atención en la mariposa.

En aquel momento... me sentí más humano que nunca.



Por la tarde, de camino a casa, conversamos un poco sobre lo ocurrido.

―Me gustaba ir a Butterfly Hill porque allí podía imaginar que estaba en el mundo real ―confesé―. Me tendía sobre la hierba falsa, cerraba los ojos e imaginaba que veía el cielo azul y las hojas verdes de los árboles. Y ahora...

―Casi se hace realidad ―dijo Seung, completando mi frase.

Asentí, todavía maravillado.

―Ya no tienes que imaginar ―añadió.

―¿Crees que la mariposa sea sólo el principio?

Seung frunció el ceño.

―No lo sé. Pero no te hagas ilusiones.

Me reí, ya que esperaba un comentario así por parte de Seung. 

𝐒𝐀𝐄𝐉𝐈𝐍'𝐒 𝐃𝐈𝐀𝐑𝐘 | 𝑆𝑎𝑒𝑗𝑖𝑛 & 𝑆𝑒𝑢𝑛𝑔 | 𝑺𝑼𝑷𝑬𝑹𝑲𝑰𝑵𝑫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora