Manos ensangrentadas

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Alex volvía a su oficina con buen humor. Casi se había partido de la risa con la cara de los Soldados del equipo de Tayson, pero si quería probar algo prefería que fuera con ellos y con la pandilla del Mayor cerca en caso que se salieran las cosas de control. Ahora solo debía terminar de analizar todo, resumir una muestra, pedirle permiso a Roger para que se encargara del protocolo y que fuera enviado a la Colmena Madre para obtener el permiso de ponérsela a los soldados.

Quizás fuera llamada por los altos mandos para conferenciar sobre ella, pero esperaba que Roger hiciera su magia, por el momento le gustaba mucho vivir allí, era mucho más entretenido joder a los soldados que soportar las miles de miradas envidiosas de los demás.

Así que pasó el resto de la mañana terminando de hacer el resumen derivado de lo que arrojaba su examen interno cuando su estómago gruñó. Recordaba que no se había sentido del todo bien en el desayuno y no había comido apenas a pesar de que Tayson le había insistido, quizás era por el inhibidor. Ahora era mejor llenar el vacío que tenía. Así que dejó todo y salió en dirección al comedor cuando se acordó que no había revisado la sala donde estaban las muestras.

-Esta cabeza mía- y se sentía mal dejar trabajo pendiente de ese tipo. Sería rápido. Le daría una ojeada y luego iría al comedor.

Caminó en dirección a la sala encontrando que esta estaba abierta, se imaginó que Markus no la había cerrado.

-Mira que hay que ser inconsciente. Y si se pierde algo- gruñó ella sacudiendo su cabello y entró encontrando que también la luz estaba encendida. Al momento- ¿Qué demonios estás haciendo?

La voz de Alex sonó en toda la habitación como un rugido y el hombre dentro de ella se sobresaltó. Javin se giró mirándola apenas con el ojo que no estaba hinchado. Casi parecía un milagro que pudiera mantenerse de pie después de haber pasado por los soldados y los Mayores que lo habían atendido muy bien. Se imaginó que el centro médico había tenido que ver.

Pero eso no era lo importante.

-Acaso no te quitaron todos los derechos de estar en este lugar. Deberías estar encerrado mínimo en tu habitación esperando la deportación- la voz de Alex era peligrosa.

Javin apretó los labios y sus manos se apretaron a cada lado de su cuerpo.

-Esto es tu culpa Alex. Mi vida ha sido una mierda desde que me relacioné contigo.

-A mi no me vengas con precisamente tus mierdas. Que hasta me robaste mi investigación, no te hagas la víctima. Sabías perfectamente que estaba aquí y viniste, para qué, para nada, aquí no eres necesario. Y te irás de una puta vez- ella sentía que la paciencia había llegado a un límite.

Gracias a él había tenido que pasar la vergüenza de su vida, el desprecio de los demás y tenido que trabajar el doble para poder subir de categoría. Ella no había tenido una infancia feliz como la de él, ni unos padres amorosos, ni personas que lo mimaran y consintieran con solo abrir la boca, nunca había tenido que trabajar para conseguir nada, y lo peor de todo eso, es que ella se maldecía cada día por dejarlo entrar en su vida, aunque hubiera sido por poco tiempo.

Eso era algo de lo que se arrepentiría siempre.

Intentó llamar a Roger por su chip desde que había iniciado la conversación, pero este no contestaba, vaya momento para irse a cagar, pero no por mucho tiempo. Conocía a Javin, era capaz de muchas cosas y además, ¿qué demonios estaba haciendo allí?

-Sal de aquí- si voz fue mortalmente demandante, tanto que Javin se quedó helado, nunca la había escuchado hablar así y mucho menos había visto ese brillo en los ojos de Alex, incluso pudo jurar que los ojos de ella se habían tornado de un ligero color azulado claro... no, grisáceo. Debían haber sido ideas suyas.

Bailando entre BestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora