Juguemos un rato

4.3K 536 36
                                    

Kider aún se preguntaba si era seguro entrar en el laboratorio. Habían esperado la media hora que se le había ordenado pero de igual forma, conociendo lo poco de sabían de la científica loca que estaba allá adentro, toda suposición era errónea. Levantó la mano dudosa para tocar, estaba en su terreno y no quería ser una víctima de las letales agujas de ella.

-¿Vas a tocar de una vez capitán?- Kaiser se recostó al marco de la puerta mecánica con una sonrisa de medio lado recibiendo una mirada asesina.

-No me presiones quieres, a saber tú con qué nos va a salir la loca esta vez-

-¿Quieres que te diga que es loca?- la imagen de Alex apareció frente a ellos mientras apretaba el botón que accionaba la puerta alarmando a los Soldados –Acaben de mover sus culos y entren- increíblemente una leve sonrisa surcaba su rostro, una de satisfacción. Eso era aún más peligroso.

Kider no sería el primero en entrar. No con aquella mujer que nunca sonreía así. No podía negar que su rostro de suavizaba y dejaba ver unos rasgos más atractivos pero quitando esa parte, no, no sería la víctima de todo aquello.

-Si el jefe sobrevivió, creo que nosotros también- Diya le susurró a un lado para después dirigirse a Alex- Yo seré el primero-

-En fila y pasando uno en uno, el que joda mucho lo dejo inconsciente así que el que le tenga miedo a las agujas que avise desde antes- no quería pasar por lo mismo otra vez.

-Aquí nadie le tiene miedo a las agujas- protestó Kider retrocediendo un paso.

Alex solo bufó entrecerrando los ojos al notar su reacción.

-No te preocupes capitán, estoy de buen humor ahora mismo- se dio la vuelta- así que no los haré sufrir mucho-

Más de uno soltó un suspiro. Se había regado un rumor de que ella no era nada considerada a la hora de inyectar pero que podía hacer cuando esos tipos tenían músculos como hierro y era difícil llegar a la vena. La vieron entrar y todos comenzaron a organizarse. Yael detrás del capitán se llevó el dedo a los labios con duda.

-Alex está de buen humor ¿Qué le habrá hecho el jefe?- y como siempre, fue el objeto de atención de todo su equipo. No había nadie más que él que sacara esas conclusiones que nadie se atrevía a mencionar.

Alex tomó las muestras de sangre de cada uno de los Soldados procesándolas a tiempo real en su cerebro. Eran los últimos que faltaban y después de lo que le había pasado a Tayson le preocupaba que alguno más estuviera en el límite. El último de la fila fue Kider que se sentó renuente en la silla y extendió el brazo mirando hacia otro lado. Tan tenso que las venas se marcaban hasta en las manos. Alex volvió a bufar alzando una ceja.

-Kaiser- llamó –Yael- los dos hombres entraron preguntándose que faltaba –Aguántenlo- la orden los dejó descolocados mientras ella preparaba el contenedor de la muestra –No me miren así, le tiene miedo a las agujas-

Kider se giró hacia ella con una O en sus labios.

-¿Quién te dijo que le tengo miedo a las agujas, he?- casi le gritó levantándose del asiento pero su rostro palideció al sacar ella precisamente la aguja que iba a utilizar con él.

-Me equivoco acaso- una sonrisa sádica se dibujó en sus labios y Kaiser y Yael dudaron su aguantar al capitán, podrían ser castigados por eso. Pero si ponían en una balanza aguantar a Kider o soportar a la mujer menuda delante de ellos, solo había una opción. Sus manos sujetaron los hombros del hombre y lo dejaron bien sujeto contra la silla –Mucho mejor-

Nadie mencionaría lo que había pasado allá adentro. Nadie.

Alex dejó la muestra de sangre en el procesador y su rostro que anteriormente estaba relajado se transformó en una máscara fría.

-Fuera-fue lo único que dijo antes de que sus ojos se volvieran totalmente blancos y los pixeles en ellos se movieran de forma descontrolada.

-¿Qué? Hay algo en mi hermosa sangre que no te guste- Kider se sacudió de los dos Soldados y se sobó el lugar que había sido atravesado.

-Dije fuera- Alex esta vez les habló con los dientes apretados y con un tono autoritario muy parecido al de Tayson.

El capitán chasqueó la lengua y se giró saliendo molesto del laboratorio. Yael le dio una última ojeada en la mujer que se había girado contra el monitor y tecleaba rápidamente algo en ella. Kaiser le palpó el hombro para salir. Al parecer el buen carácter de Alex se había esfumado.

Una vez ella estuvo sola se tensó tanto que se mordió el labio, preocupada.

-Esto no es bueno, esto no es bueno- se mordió ahora la uña –No tengo suficiente tiempo- soltó un suspiro corriéndose el cabello hacia atrás y se tocó el chip que ya estaba sobrecargado haciendo conexión.

-Roger, tenemos un problema grave con uno de los Soldados, necesito un permiso tuyo- su voz se oyó demandante pero el hombre sabía que para que ella lo llamara de esa forma la situación era tensa.

-Pide-

Tayson comía su cena al igual que el resto de su pelotón después de haber descansado el resto del día. Se habían enterado de lo que le había ocurrido al escuadrón 3 y era un tema que apenas se podía tocar sin sacar una discusión. Los últimos negaban que eso fuera cierto, pero el escuadrón 5 había sido testigo de lo ocurrido y de cómo la única mujer de aquella Colmena se había mandado a dormir a ese grupo de bestias. El comedor era un bullicio total, más de la mitad del personal de la Colmena se encontraba allí, era de los pocos momentos de relajación, pero Alex, el principal tema de conversación, no estaba por todo aquello.

-Ella, no ha venido a comer- Diya la buscaba por encima de las cabezas de los demás –Aún si fue modificada como nosotros necesita alimentarse-

-Mejor que se quede encerrada por siempre dentro de aquel maldito laboratorio-

Tayson alzó una ceja.

-Una experiencia traumática jefe- Kaiser le respondió burlándose recibiendo un codazo en sus costillas por parte del otro Soldado.

De pronto el comedor se quedó en silencio cuando Alex se detuvo en la entrada con una expresión sombría y sus ojos pixelados que la hacían tan extraña y que muchos no se acostumbraban. La mujer alzó el dedo en dirección a Tayson y solo le hizo seña que la siguiera. El Mayor se quedó quieto por un momento. Esperaba que sus caminos no se cruzaran por lo menos en lo que restaba del día. Todavía la sensación de tocarla picaba en sus manos y ya resultaba algo inquietante.

Alex se giró y se alejó. Tayson sabía que no había más palabras así que se levantó y la siguió siendo observado por todos los Soldados con intriga. Caminó detrás de ella por el pasillo con posición recta sin decir nada, pero la espalda de ella se veía tensa.

Una vez llegados al laboratorio ella caminó hacia la mesa y tomó un expediente lanzándoselo.

-Léelo- le dijo delante de él.

Tayson frunció el ceño cuando vio en la carátula el nombre de Kider y lo abrió leyendo cada detalle de la primera hoja alzando la cabeza después.

-Esto-

-Sí, está en su límite- ella le dio la espalda y agarró una pequeña caja de arriba de la mesa –Ninguno de los inhibidores que tengamos preparados le funcionará, se convertirá pronto en una bestia- esta vez lo enfrentó –¿Sabes lo que eso significa?-

A Tayson se le hizo un nudo en la garganta y se imaginó las manos manchadas de sangre de su propio compañero de tantos años. Cerró el expediente y lo dejó en la mesa al lado de ella. Su cuerpo se detuvo imponentemente delante de Alex.

-Eres la científica que enviaron para acá, tú trabajo es cuidar nuestra salud- su voz era una octava más grave no dejando salir su verdadero estado de ánimo.

Una sonrisa surcó los labios de Alex que no se sintió intimidada por el Soldado después de todo solo hacía unas horas habían pasado por algo mucho más fuerte. Más bien la sensación fue diferente devolviéndole el buen humor.

-Tienes razón, mi trabajo es cuidar de ustedes, así que no me subestimes Mayor, no uses tu cuerpo para intimidarme- inclinó la cabeza estudiando el cambio en los ojos del hombre al tocar aquel tema–Si quieres salvar a Kider, entonces, quítate la camisa y a la camilla- mostró la caja con cinco agujas en su interior que tenían un diminuto contenedor con un líquido de cada color –Juguemos un rato-

Bailando entre BestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora