Saboreando, descubriendo...

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Alex intentó que el aire llegara a sus pulmones pero le fue imposible. El cuerpo del Soldado además de aplastarla contra la pared tenía sus manos comenzando a recorrer su cuerpo con una fuerza brutal que de seguro le dejaría más hematomas. Sus dedos apretaban su cintura, su cadera hasta llegar a una de sus nalgas después de filtrar una de las manos por entre la bata. Allí la apretó y los labios de la mujer se abrieron pero no salió ningún sonido.

Tayson que hasta ese momento supuestamente la miraba bajó su cabeza y la enterró en su cuello lamiendo la piel descubierta de arriba abajo. Un estremecimiento la recorrió. Sus sentidos estaban siendo embriagados anormalmente. Quería poner resistencia pero su cuerpo se negaba a responder respondiendo a los estímulos placenteros.

Quería apretar sus muslos para buscar algún alivio en la sensación que se creaba entre ellos pero la pierna que los mantenía separados era fuerte, gruesa e insistente y eso solo hacía su tortura peor. Además había algo grande, firme y caliente que se rozaba contra ella, tan cerca de su interior que la tela solo era un obstáculo. Sabía que los soldados eran dotados en todos los sentidos pero el miembro de Tayson en excitación era verdaderamente un desafío pero que encendía aún más. A ella le gustaban los desafíos.

-Inhibidor- la simple palabra hizo que el raciocinio volviera a su mente. La voz del hombre sonó gutural contra su piel antes de que ella sintiera un fuerte dolor y que el olor a sangre llegara a su nariz.

Tayson la había mordido y verdaderamente duro. Su mente se despejó ahora totalmente. Si ya había llegado a ese punto debía apurarse o que perdiera un pedazo de carne sería lo próximo. Pero su cuerpo estaba entumecido y las manos de Tayson por todo su cuerpo, pegándola más a su caliente miembro, metiéndose entre su ropa buscando aquel lugar de donde salía su humedad, la estaban poniendo en aprietos. El Soldado tenía un alto potencia de asimilación del virus por lo que sus síntomas eran incluso más severos que los de la media, era normal que su agresividad y lívido estuviera disparado.

-Vamos Tayson mierda, reacciona- logró decir Alex soltando un jadeo cuando la lengua de él presionó sobre la fuerte mordida en su cuello. Sentía la tela de su hombro húmeda de sangre y dolía lo suficiente para que ella tuviera que tener el cuello hacia un lado dándole todo el acceso que él quisiera y que era peligroso.

Alex movió su mano buscando el bolsillo de su pantalón. Siempre había llevado arriba, una muestra de inhibidor aunque no estuviera regulado, solo por si acaso. Nunca se sabía que podía ocurrir y estaba contenta de ser precavida.

Al encontrarlo le costó trabajo meter la mano. El brazo de Tayson estaba en el medio rodeando su cadera y buscaba insistentemente entre su short hasta que ella soltó un pequeño grito.

-Te juro que cuando estés consiente te mato- ella se tuvo que aguantar de sus brazos.

Dos dedos de él se metieron en su interior de golpe provocándole un espasmo que le dolió. Hacía mucho que no tenía relaciones, si su primera vez se podía considerar así y aunque lo que él le hacía la había excitado estaba muy cerrada. Eso juntándole que ellos poseían una fuerza superior a un humano promedio y que tenía cero control en sí mismo podía desgarrarla con demasiada facilidad.

Alex respiró, si no hacía nada pronto no solo terminaría violada, los dientes de él comenzaban a raspar su piel y amenazaban con romperla. Por lo que olvidando los estragos en su cuerpo y el dolor que la recorría volvió a buscar la apertura del bolsillo y esta vez unos dedos se unieron a los suyos llevándola hacia el bolsillo donde estaba el pequeño tubo de ensayo con el accionar en forma de cañón. Los cerró en torno al recipiente con los de ella y los sacó rápidamente en dirección al corazón.

Cuando Alex reaccionó el inhibidor estaba encajado en el pecho de Tayson y a pesar de que sus dedos también estaban alrededor del tubo, el mismo Mayor se había inyectado. Un leve flujo de conciencia en medio de la locura.

El inhibidor tardaba cerca de tres minutos en hacer efecto, minutos que ninguno de los dos se movió. Alex podía sentir la sangre correr lentamente de su cuello y aquellos dedos en su interior que se habían detenidos aunque la hacían muy consciente de su posición. La respiración del hombre se hizo poco a poco contante contra su hombro y el peso se fue aligerando de ella permitiéndole respirar profundamente.

Marcado el minuto tres la lengua de él recorrió las heridas, esta vez más suave y sin lastimarla. Los dedos salieron de ella causándole un quejido de dolor y frustración en partes iguales dejándole un extraño vacío. Tayson se incorporó separándose totalmente de ella sin mirarla, su cabello tapaba su expresión. La dejó recostada todavía en la pared, caminó hacia la mesa y con una aguja dejó su muestra de sangre allí, dirigiéndose a la puerta.

Al salir dejó todo aquello en un silencio total. Alex se mantuvo en la misma posición por uno segundos antes de desplazarse por toda la pared hasta caer sentada en el suelo. Su ropa era un desastre, su cuello ni hablar y lo peor es que su cuerpo se sentía tan solo y abandonado que sufría por ello. Desde que maldita vez ella había estado tan necesitada. NUNCAAAAAA.

No le interesaba los hombre o la vida sexual. Estaba enfrascada en su trabajo que era lo que más amaba, investigar y descubrir, podía pasarse toda la vida en eso. Después de un intento de noviazgo hacía pocos años y que aquel hombre solo la hiciera sentir dolor su primera vez se había decidido no volver a pasar por ello, pero ahora, qué demonios había pasado ahora.

No era la primera vez que veía a un Soldado convirtiéndose en bestia, pero si la primera vez que una bestia la ponía en ese estado. Quizás fue la forma en que la tocó, o cómo olía, no sabía. Pero de una cosa estaba segura y que a pesar de todo no se le había escapado en medio de todo aquello. Aquel hombre había tenido un ápice de conciencia en medio de su pérdida de control, eso no era normal. Los Soldados que llegaban a ese punto donde necesitaban probar la sangre si no era por el inhibidor no pensaban, pero fue capaz de inyectárselo él mismo.

Una sádica sonrisa cruzó los labios de Alex y se mordió la uña con ansiedad.

-Estaba en lo cierto- tembló de la emoción –Lo encontré, me voy a divertir mucho con mi nuevo espécimen-

Tayson caminaba tan rápido de vuelta a su habitación que casi choca con Kider y el resto del grupo que iban de camino hacia el laboratorio.

-Jefe –lo llamó Diya pero se calló al ver el aura que lo rodeaba y tuvo que tragar en seco paralizándose al igual que los demás.

Era raro verlo tan tenso y agresivo. Desde lejos se podía sentir su aplastante presencia, algo que normalmente no hacía.

-Esperen media hora antes de ir a hacerse la muestra- fue lo único que dijo y nadie replicó cuando pasó por sus lados y ellos se corrieron sin interrumpirlo.

Algo había pasado allí dentro pero sabían que de la boca de su Mayor no saldría nada y de la de Alex, ella primero les cortaba la lengua antes de preguntar, así que la duda siempre a tendrían.

Tayson entró y fue directo a la ducha quitándose la ropa y metiéndose debajo del fuerte y caliente chorro que empapó su cabello y espalda. Se dejó caer hacia adelante dejando sus manos contra los azulejos y apretó tanto sus dedos que estos se agrietaron. Había perdido el control. Si. Pero cada imagen se lo que su cuerpo había hecho, le había hecho estaba grabado en su mente.

El roce su cuerpo, el calor que la mujer emanaba, su piel suave. Por el efecto del inhibidor ya no podía sentir deseos sexuales pero las sensaciones de aquel momento eran demasiado vívidas como para que pudiera ignorarlas simplemente. Miró hacia sus manos y una de ellas estaba húmeda de un líquido espeso. Acaso podía ignorar como el interior de ella, estrecho y cálido palpitaba contra sus dedos.

Sacudió la cabeza quitándose esos pensamientos. Él era un Soldado, un hombre modificado genéticamente para obedecer órdenes, cumplir misiones y limpiar donde fuera necesario de zombis. Sin sentimientos románticos, ni deseos por el sexo. Él era simplemente una máquina de matar, aun así no pudo evitar mirar nuevamente su mano y llevar la punta de sus dedos hacia su boca lamiendo, saboreando, descubriendo…

Bailando entre BestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora