10. Fragmentos

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Candy sintió que la siguiente semana estaba pasando muy rápido.

A partir del miércoles, desde que le llevaron los muebles y algunos otros artículos que Albert le había regalado, comenzó a organizar todas sus cosas. El jueves por la tarde recibió una estufa nueva, cortesía de Marcia. El viernes, con ayuda de Bill, la instaló y ese mismo día cocinó algo para ambos. Para el sábado estaba lista, ya podía vivir ahí y todo parecía ir bien.

Sin embargo, cuando esa noche le agradeció a Terry por su hospitalidad, lamentó verlo triste. Imaginaba que se había acostumbrado a que Tessie estuviera ahí.

—Pensé que te llevaría más tiempo —se sorprendió cuando al siguiente día las fue a dejar y vió que aquel lugar lucía completamente diferente.

—Traje algunas cosas que Albert ya no ocupaba —respondió—. En mis tiempos libres acomodé todo, aunque por ahora solo ocuparemos una alcoba.

—Me alegro por ti —contrario a sus palabras, no parecía feliz.

—¿Te gustaría un refresco? —intentaba ser amable, aunque también le dolía su actitud.

—Tal vez en otra ocasión —murmuró levantando a Tessie—. Debo volver a prepararme para ir al teatro.

—Te deseo un buen día.

—Nos vemos pronto; estrellita —besó a su hija, la entregó a su madre y se marchó sin decir nada más.

—Tu papá te ama —dijo a la pequeña que sostenía—. Esperó que se acostumbre pronto a esto; al menos ahora vivimos cerca de él.

Enseguida bajó a Tessie para que pudiera jugar en la alcoba mientras desempacaba la ropa de ambas, hasta que ya no tuvo nada que hacer y una nueva necesidad surgió desde su corazón: necesitaba desahogarse.

Acercó lo necesario y sentándose a la mesita que había colocado en su recámara, con Tessie durmiendo la siesta en la cama, comenzó a escribir.

Querido príncipe de la colina:

Siempre te he considerado como a un hermano. Incluso, en su momento, esa fue la mentira que dije para poder cuidar de ti.

Te quiero, te respeto y agradezco que, desde que me conoces, has cuidado de mi. Te escucho, te tomo en cuenta y lamento aquellas ocasiones en que me has aconsejado pero no te he escuchado y todo me ha salido mal.

A veces no entiendo cuando intentas hacer que me de cuenta de algunas situaciones, pero también entiendo que a veces quisieras que volviera a ser como era antes, cuando confiaba tanto en ti, que te contaba mis secretos.

Pero todo cambia, tu cambiaste y yo también. Hace mucho tiempo dejé de ser la niña crédula que sonreía porque un día me dijiste que me veía más linda sonriendo que llorando; y hace mucho dejaste de ser ese príncipe vagabundo que velaba por mí.

Hace mucho tiré la máscara, decidí ser yo misma y eso se lo debo a Terry.

Sin embargo, debo admitir que también ha sido gracias a él que encontré mi propio camino hacia la decadencia.

Me siento mal solo de pensar que podrías avergonzarte de mí, por las situaciones a las que accedí y que permití. Aún así, si algún día te llegaras a enterar, quisiera pedirte que perdones y no tomes represalias contra Terry porque soy tan culpable como él y, lo que hice, lo hice porque aún lo amo.

Ya no soy digna de llamarme tu casi hermana; ya no me siento con la confianza de mirarte de frente, ni siquiera de convivir con tu familia.

Pero te agradezco por todo lo que has hecho por mí. Soy afortunada por haberte conocido y fui bendecida al tener tu amistad y cariño.

Por un Poco, Por SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora