23. Vida

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Estaba resultando demasiado fácil, quizá porque la nueva jefa de enfermeras era quien la había reemplazado durante sus vacaciones, la enfermera encargada del área intensiva. Prácticamente, solo estaba esperando que el nombramiento se hiciera público y gracias a que el mismo Albert se dió cuenta de que no era necesario una extensa capacitación, durante la mañana del miércoles hizo oficial el nombramiento.

Podía marcharse tranquilo, sabiendo que su pequeña ya no estaría expuesta a nada y esperándola, salió con ella de aquel hospital.

—Me gustaría ver las casas que Terry está construyendo —balbuceó mientras acomodaba las pertenencias de Candy en su auto.

—¿A qué hora sale tu tren?

—Durante las últimas horas de la tarde.

—Tenemos buen tiempo —sonrió y abordó.

—¿No te cambiarás?

—Déjame disfrutar de mi último día en uniforme.

Estaba feliz, a pesar de todo, aunque Bill lamento no haber tenido tiempo para organizarle una fiesta de despedida con el personal de administración y aunque un par de secretarías, con las que se llevaba bien, lloraron; estaba feliz cuando, mientras esperaba por Tessie volvía a cancelar aquel servicio, y estaba feliz al sentir que hacía una travesura al estar en uniforme, en medio de una construcción, sorprendiendo a su esposo.

Albert no dijo nada más al respecto, solo dejó que lo guiará y se sorprendió y agradó la vista que pudo notar a través del cristal, aunque, en cierto momento, creyó que había un auto siguiéndolos, desde el hospital hasta antes de cruzar el puente de Brooklyn. Estaba seguro de conocer al hombre que manejaba, aunque no pudo verlo bien.

—Albert; no me estás poniendo atención.

—Lo siento —carraspeó—. Es que nunca había venido por aquí.

—Solo por eso te lo perdonó —lo hizo sonreír, aunque no restó su preocupación.

Al llegar a la construcción, Albert se sorprendió al conocer aquella casa por dentro, al igual que la rubia. Le alegró saber que ya habían comenzado con las ventas y que, incluso, Terry ya estaba planeando pedir un financiamiento con el cuál comprar un terreno aún más grande, ubicado más al centro de Long Island.

—¿Está lejos de aquí?

—No tanto como Manhattan.

—Mientras veníamos, tuve la sensación de que alguien nos seguía —comentó, aprovechando que la rubia había llevado a su hija al baño, a un lugar diferente a donde antes estaba la oficina.

—¿Viste quien era? —escuchar eso le preocupó.

—No muy bien; pero creo que era el tipo que la atacó en el hospital.

—Esa noche no pude verlo bien.

—Cuando llegamos, Candy dijo que esa es la casa que le estás construyendo —señaló una construcción que aún estaba incompleta.

—Sí.

—Te propongo algo —pensó rápido—. Dado que no quiere volver a Chicago, llevatela a... ¿Cómo dijiste que se llama?

—Valley Stream.

—Cuando termines aquí y comiences allá; llévala contigo. Mientras tanto, yo me encargaré de hacerte un préstamo para que puedas comprar ese terreno, antes de que el hombre que mencionaste compre aún más acres...

—Pero, Albert...

—Mejor aún. Busca algún lugar que esté aún más a las orillas.

Terry exhaló comprendiendo, a él también le preocupaba, pero no quería sentir que huían de todo aquel pasado.

Por un Poco, Por SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora