11. Busqueda

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¿Solo había sido una mentira piadosa?

—Se llevó mis llaves —se respondió ella misma, mientras terminaba de escombrar la mesa.

Seguía sintiendose inquieta cuando lavó los pocos trastos que había ensuciado y también al preparar el baño para Tessie; entonces sonó el teléfono y corrió a contestar esperando que fuera él.

—¿Terry?

—Tuve un imprevisto, perdón —sonrió al descubrir que lo estaba esperando—. ¿Ya cenaron?

—Sí. Estoy por bañar a Tessie.

—Voy para allá.

—¿Me traes un chocolate? —pidió con inocencia.

—Cuenta con ello —rió ante la petición.

—De acuerdo. Estaré esperando mi chocolate.

—¿Deseas algo más? —preguntó con ironía.

—Solo que tengas cuidado —suspiró pensando que, lo que en realidad deseaba, era que no se marchara.

—Lo tendré. Nos vemos en un rato —casi colgó.

—Estaré esperando a que llegues.

—Sí; por tu chocolate.

—Exacto —volvió a suspirar y en seguida escuchó que él también suspiraba.

—Entonces cuelga; para no hacerte esperar tanto y pronto puedas disfrutar de tu golosina.

—De acuerdo —colgó—. Vamos Tessie.

La levantó de donde estaba jugando y comenzó a cantar mientras la bañaba, esperando que Terry no tardara tanto en llegar. Su deseo se cumplió poco después; él llegó mientras terminaba de ponerle el camisón a su hija.

—Tu chocolate —sonriendo le entregó la golosina cuando la rubia salió de la alcoba para recibirlo, pero notando la mochila de lona que dejó a un lado.

—Gracias —lo tomó dándole un casto beso en la mejilla.

—¿También tomarás un baño? —preguntó.

—Sí.

—Hazlo. Yo me encargo de que Tessie se duerma.

—Si quieres, primero te preparó la cena.

—Eleonor no me dejó volver sin cenar con ella. Salió temprano del teatro solo por eso.

—Me imagino que también es difícil para ella.

—No me iré para siempre. Pero comprendió mi deseo de pasar mis últimas horas en la ciudad, con mi hija.

—¿Te quedarás esta noche? —tenía ganas de hacer esa pregunta desde que se fue por la tarde.

—Y mañana, si me lo permites; así cumpliré tu deseo —la hizo sonreír—. Pero hay algo que espero a cambio.

—Sí; lo que sea —respondió sin preguntar—. Prepararé el colchón en seguida.

—Ve a bañarte —sonrió condescendiente—. Yo me encargo de eso.

—No me tardaré —prometió volviendo a la alcoba por su camisón y toallas.

—Tómate tu tiempo, pero ¿Crees que también pueda bañarme?

—Iré a traer más carbón —volvió a dejar sus cosas, provocando la risa del inglés.

—Candy —la detuvo y la sostuvo de las mejillas—. Yo me encargo. Ve a bañarte.

—Pero quisiera atenderte.

Por un Poco, Por SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora