14. Desesperación

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—Escuché la forma en que regañaste a Tessie —también le había molestado.

—¿No puedo regañarla?

—No, sí. Claro que sí. Pero es injusto que la regañes por algo así.

—Alguien tiene que educarla y discipli...

—¿Estás diciendo que no sé cómo educar a mí hija? —aquello la ofendió.

—Lo que estoy diciendo es que alguien debe tomar el rol de padre y enseñarle cuál es su...

—Tessie ya tiene un padre.

—Pues deberías darle a la niña para que así se haga responsable de ella, pero no quieres. A veces me pregunto; ¿dónde ha estado todo este tiempo? Llevamos meses saliendo y solo ha venido en dos ocasiones.

—Ese no es tu problema.

—¿Qué no lo es? ¡Yo soy quien tiene que soportar tus dramas y tus estúpidas quejas porque ese hombre no es capaz ni de llamar para preguntar por su hija!

—¡No creas que!...

—¡Basta! —Candy sintió la emoción con la que le gritó—. No discutas conmigo, mucho menos estando frente a mis hijos.

—Si no fuera por tus hijos... —no fue capaz de terminar aquella oración.

—¿Qué? —sonrió triunfante, en cuanto confirmó que la rubia no podía continuar—. Vamos, niños. Es hora de irnos —dejó que sus hijos salieran y terminó con ella—. Corré a buscarlo, ruégale que se quede, acuéstate con él intentando convencerlo. Al final, igual que la vez anterior, estaré esperándote porque yo sí te respeto —azotó la puerta.

Tan pronto se fueron, Candy se sintió desesperada y desubicada. No podía negar que le afectaba y que en diversos momentos había pensado en terminar esa relación por aquellos pequeños momentos en que se sentía incómoda con él.

Pero seguía ahí.

¿Por qué?

La mirada asustada de Megan y Jonas le recordaban a ella misma y a Annie, cuando eran niñas, cuando solía defenderla, cuando intentaba hacer lo que podía para que su pequeña e indefensa hermana sonriera y fuera feliz, sin importar lo que implicará, sin importar que en su momento había renunciado a ser adoptada por una buena familia o que después de eso le hubiera dejado de escribir, sin importar que la señorita Pony la regañara por escaparse a un día de campo o que en la época del colegio, al principio, la humillara solo porque en esos días Archie no gustaba de ella.

Esos niños estaban indefensos, si Stan la trataba a ella así, ¿Entonces cómo los trataría a ellos?

Alguien tenía que defenderlos, y quería creer que ella podía lograr una diferencia en esa familia. Tal vez, si encontraba el momento oportuno, él la escucharía, reaccionaría y cambiaría su manera de actuar, tanto con ellos como con ella.

Pero, en ese preciso instante, estaba sola y suponía que no le hablaría en algunos días, tal como hizo cuando se molestó porque Terry la cuidó.

No había nada mejor que pudiera hacer más que terminar el almuerzo y esperar a que su invitado regresara con su hija, mientras tanto aprovecharía el pretexto de la cebolla para llorar con confianza.

Terry llegó en ese instante, llamó a la puerta y no dijo nada aunque le disgustó verla llorando, dejó a la pequeña, quien de inmediato abrazó a su mamá aunque ella la apartó.

—Entra —pidió volviendo a la cocina—. Ya estoy con el almuerzo, en unos minutos estará listo.

—Se fueron —balbuceó.

Por un Poco, Por SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora