¿Dónde estaba aquella mujer llena de sueños e ilusiones que la mañana anterior había llegado a Nueva York?
La imagen que el espejo reflejaba era la de una mujer tan abatida y confundida que le causaba lástima. Esa no era ella, necesitaba volver a encontrarla, necesitaba la seguridad que sabía que podía tener, necesitaba volver a ser ella, lo necesitaba con urgencia; aunque aún tenía tiempo para encontrarla, tenía hasta un segundo antes de que aquella junta comenzará,
Pero todo el día había comenzado mal, para empezar se había quedado dormida, las pocas horas de sueño no habían sido suficientes como para evitar el dolor de cabeza que experimentaba y para colmó, Tessie la ensució de gelatina mientras la vestía.
Necesitaba hacer algo para que nadie se diera cuenta de su pesar, para lograr aparentar que era una Ardlay, aunque ya no tenía mucho tiempo para volverse a cambiar de ropa.
—Vamos, Candy; sonríe —sus ojos se inundaron en el preciso instante en que intentó sonreír, mientras terminaba de abrochar la blusa limpia que se había cambiado—. Es hora de que seas fuerte —apretó los ojos, exhaló y con un trocito de su pañuelo, poniendo cuidado a su maquillaje, se limpió las lágrimas que apenas llegaron a salir, para finalmente retocar su maquillaje —¿Cómo me veo? —le preguntó a la pequeña que jugaba en la cama ignorándola por completo.
Salió de la alcoba con prisa, dejó a Tessie jugando al centro de la estancia, mientras en la cocina se tomaba un café.
—Lo va a despertar —murmuró al escuchar gritar a su hija; esperaba no tener que verlo aún.
Comió una galleta pensando que, lo último que en ese momento quería, era enfrentar aquella realidad. Pero no tardó en escucharlo y peor aún; casi de inmediato también fue a la cocina.
—No me lo digas; Tessie te despertó.
¿Por qué la miraba así?
Comenzaba a sentirse nerviosa.
—Sí.
Tenía el pretexto perfecto, era tarde y se lo confirmó al mirar la hora en su reloj.
Algunas instrucciones, una última revisión a sus cosas, ¿un beso? No; el sueño ya había terminado, debía recordar la realidad.
Pero a su hija jamás le negaría un beso, aunque después de este saliera apresuradamente.
—George; lindo día —lo encontró a mitad de las escaleras.
—Buen día, señorita —había estado esperando por al menos diez minutos, hasta que decidió ir a buscarla.
—Perdón, se me hizo tarde.
Seguia pareciendole gracioso que George junto con todo el personal de los Ardlay hubieran vuelto a llamarla "señorita', seguía incomodandola, pero después de un tiempo ya ni siquiera hacía el intento de pedir que no la llamarán así.
—Usted nunca cambiará —sonrió, abriendo la puerta del auto para que la rubia pudiera abordar.
—A veces creo que ese es mi mayor problema —balbuceó mientras George daba la vuelta para abordar.
—¿Está lista para esto?
—Eso espero... ¿Y usted?
Llegaron a la reunión con el tiempo justo y no estaba segura de haber entendido todo lo que se planteó en esta, pero al menos quedó claro que a partir de ese momento ella sería la representante de la familia y por ende, la responsable de las decisiones que tomará en nombre de Albert.
—Señorita Ardlay; permítame presentarle a William Dearbeck, el director de este hospital.
—Llamame Bill, por favor —extendió la mano y la rubia aceptó el gesto enseguida.
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Por un Poco, Por Siempre
FanficTercer entrega de la trilogía "Por un Poco, Por Ahora, Por Siempre" ••• Aunque las cicatrices no se desvanezcan, después del dolor, lo único que prevalecerá será la lección que nos deja, aquella que gracias al amor, es más fácil de comprender. !!Adv...