FINAL: LLEGO EL MOMENTO DE TERMINAR

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No hay mucho más que poder contarles sobre los lobos que no les haya contado ya. Ya saben mi historia, los problemas que tuve y todo lo que me llevó a ser quien soy hoy. Espero que les haya ayudado a comprender mejor a los lobos y a cambiar algunas ideas sobre ellos, quizá a decidirse a experimentar, a empezar un beneficioso negocio de venta de feromonas o quizá a aclarar algunas ideas que ustedes tengan sobre si seguir recibiendo a ese Macho que los viene a visitar a casa o, simplemente, marcharse para no volver.

El resto de mi historia, no tiene interés para ustedes. Saber cómo criamos a Chann o las pocas desventuras que pasaron en la Manada, no va a añadir nada de lo que ya saben y sería solo alargar este libro de forma innecesaria. Quizá sí haya algunas dudas que les pueda interesar, solo por curiosidad, o quizá cabos sueltos de los que quieran conocer el final. Como, por ejemplo, lo que pasó con Berthold y Floch.

No es un episodio que me agrade recordar, porque me dolió mucho en su momento y todavía me duele ahora. Berthold consiguió recuperarse un poco, venía a la Madriguera, se tomaba algo, hablábamos mucho sobre sus problemas y hasta conseguí empezar a sacarlo a ver sus putas mierdas de exposiciones y obras de teatro que le gustaban. El problema fue que, como se imaginaran ya, Floch cometió un enorme error y lo jodió todo. No fue algo premeditado, no fue algo que hiciera a propósito ni de lo que fuera consciente hasta que ya fue demasiado tarde. Todo sucedió una calurosa noche de julio, en mi conserjería. Los ventiladores estaban a tope, las ventanas abiertas y los chicos habían venido para beber cerveza fría y ver una película tonta. Antes de empezar, comenzaron a hablar de sus humanos, la típica conversación para matar el rato mientras los demás llegaban. Floch estaba allí, llevaba tiempo viniendo e intentando que volvieran a incluirlo con el resto; sin embargo, se estaba encontrando con un muro de frustración y rechazo que ya no era capaz ni de entender ni de soportar.

Volvía a ser el SubAlfa, estaba llevando bien el puerto y no había vuelto a cagarla. Quería que los Machos olvidaran sus errores porque creía que ya había demostrado que había madurado y cambiado. Yo esto lo sabía porque hablaba con él, pero el resto seguía tratándolo como a un lobato grande. El momento llegó cuando Berthold, casi de forma irónica y un poco prepotente, le respondió con un:

—Tú todavía no sabes nada de humanos, Floch...

El joven alcanzó el límite. La última gota que desbordó un vaso que la propia Manada había estado llenando lentamente y sin piedad. Entonces gruñó, miró a Berthold y se lo dijo. Le dijo que Annie jamás volvería, que lo había dejado y que todos lo sabíamos, le dijo que no le hablara de humanos cuando él había elegido como compañera a una zorra que lo había abandonado y abortado a su Cría.

Fue uno de los momentos más impactantes de mi vida, y ya saben que eso es decir mucho para mí. El mundo se paralizó por unos segundos y, de pronto, todo fue muy rápido. Berthold se fue corriendo, yo traté de seguirle, pero no lo atrapé a tiempo. Floch recibió un par de golpes de los otros machos por haber abierto la boca y, cuando Erwin se enteró, se puso como una fiera. Hubo un ambiente muy tenso en la Manada hasta que al día siguiente le pedí al Alfa que fuéramos a la Guarida de Berthold, porque me temía lo peor.

Ya les he contado cómo pasó, la carta que escribió y lo doloroso que fue verlo. Erwin fue incapaz de entrar más allá del salón. Lloraba y gemía de una forma que nunca había oído, porque sabía que algo muy malo había pasado. Fui yo quien entró, fui el que vio el cuerpo tirado en la cama y abrazado a una camisa que Annie se había olvidado allí. Recuerdo que retrocedí un paso. Recuerdo que casi me caí contra la pared y que perdí el aliento. Recuerdo que cogí la carta en la que ponía «Para la Manada» con una mano temblorosa y se la llevé a Erwin. No la leímos entonces. Solo nos quedamos sentados allí, fumando y procesando lo que había pasado. Cuando el Alfa se levantó, se secó las lágrimas y se fue.

Le dio tal paliza a Floch que tuve que llevarlo al hospital, y, esa misma noche, lo expulsó de la Manada. Me quedé con él hasta que volvió a abrir los ojos. Cuando me miró, solo pudo llorar y gemir como un perrito. Solo pude apretarle la mano y bajar la mirada, porque él ya sabía que había cometido un error del que no habría vuelta atrás. No voy a decir que fuera culpa suya, porque no es cierto. La Manada puede ser muy cruel a veces, y Floch, como yo, sufrió las consecuencias de haber cometido un error muy pronto y haber creado una línea que, desde entonces, le costó todo su esfuerzo superar.

—Abriré una cuenta secreta y te daré dinero —le dije antes de irme—. Podrás alquilar un apartamento y comer... —me detuve a coger aire y, tras un par de segundos, añadí—: No te rindas, Floch. Te ayudaré en lo que pueda y, quizá algún día, consiga que vuelvas a la Manada.

El joven no dijo nada. Solo se quedó mirando al frente y llorando en silencio. Sintiéndose tan muerto y vacío como lo estaba para la Manada. Nadie lo volvió a ver, nadie volvió a decir su nombre ni a hablar de lo sucedido. Tras el entierro de Berthold, Floch desapareció por entero de sus vidas. Aunque no de la mía, por supuesto, porque, como ya sabrán, seguimos en contacto durante muchísimo tiempo.

En cuanto a Eren, Chann y yo, nada cambió realmente. Los años pasaron, la Cría creció hasta convertirse en un Lobato idiota y pajillero y después en un Macho enorme, con unos ojos preciosos, una cara muy atractiva y un carácter que se parecía tanto al mío que daba miedo.

Eren envejeció a mi lado, por supuesto, hasta que un día su corazón le falló y una horrible mañana de noviembre lo perdí para siempre. En su funeral, le llevé una de sus macetas y me quedé delante de su tumba con ella entre las manos sin saber qué más hacer. Floch vino a buscarme, me rodeó los hombros y me llevó con él a tomar un café. Entonces lloré como nunca antes había llorado y solo le hice una pregunta:

—¿Qué voy a hacer sin mi Eren?

Floch me miró con ojos llorosos y me dijo:

—Puedes escribir su historia, siempre has dicho que sería un Best-seller.

Así que eso hice.

Solo les daré una última advertencia: una vez que te enamoras de un estúpido Lobo, no hay vuelta atrás...   

Fin

Era inevitable lo que iba a pasar, desde los primeros capítulos se anunció lo de Eren, aunque no voy a negar que si dolió adaptar ésta parte, por lo menos Eren tuvo una vida plena y feliz con Levi 🥺🥺

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Era inevitable lo que iba a pasar, desde los primeros capítulos se anunció lo de Eren, aunque no voy a negar que si dolió adaptar ésta parte, por lo menos Eren tuvo una vida plena y feliz con Levi 🥺🥺

Muchas gracias por su apoyo 😊❤️







   

Humano - EreriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora