Capítulo ocho

39 8 0
                                    

Jueves 16 de marzo de 2023

¡Que emoción!

Por fin era el día de partir a una experiencia que había deseado desde hace mucho.

Un día antes ya había hecho mi maleta.

–Desodorante ya. Cepillo de dientes ya. Cambio de ropa ya. Chanclas ya.

Empecé a decir en voz baja todo lo que tenía que llevar.

Al parecer ya llevaba todo.

Partía a la escuela con mi mochila y mi maleta.

Llegando allá, ahí estaban mis compañeros de habitación, tan emocionados como yo.

La mayoría de los dos grupos ya se encontraban ahí y en cuestión de minutos arribábamos al camión.

Creo que no les comenté que iría otro grupo con nosotros, éramos aproximadamente 90 alumnos y 5 profesores distribuidos en dos autobuses y una camioneta.

Me fui sentado en uno de los autobuses al lado de Juli.

Atrás iban Lucas y Kenia.

El platicar con Juli era padre, podía decir cualquier tontería y ella me seguía el rollo.

Viendo la vista que iba dejando el camión, la chica de pelo ondulado se durmió al igual que muchos del salón.

Pasaron poco más de cuatro horas y llegábamos a nuestro destino.

Al bajar del autobús lo primero que se veían eran las montañas, los árboles, ese olor a pasto mojado.

Fui feliz por un momento hasta que...

–¿Oye Saúl no traes botas?

–¿Botas?

Veía mis pies y ya decía yo que me hacia falta algo, mis botas.

Cómo es que salgo a campo sin mis botas de campo.

Perfecto, ahora tendría que caminar con mis tenis.

–No hay problema, no creo que se me complique caminar.

Mencionaba esperando en verdad que así sucediera.

Bajamos una montaña y en lo más debajo de ella había un hermoso rio.

Una de las profesoras a cargo se disponía a darnos una plática de lo que estábamos viendo.

Debo decir que eso no me agrado del todo porque, en lugar de ir a explorar el lugar, teníamos que sentarnos a escuchar una charla de dos horas.

Pero bueno, pasando ese tiempo todos los compañeros nos dividíamos en grupos de dieciocho y se unía con su respectivo profesor para ir a colectar plantas.

Tristemente Juli era la única que no estaba en nuestro grupo.

Lucas, Kenia y yo estábamos en una unidad diferente a ella, pero ya terminando la recolección nos veríamos.

Pasaron como otras dos horas en lo que recorríamos el bosque. Después, nos disponíamos a ir a los autobuses para ir a nuestro hotel.

Eran las ocho de la noche y todos estábamos muertos de cansancio.

Nos habían preguntado algunos chicos del grupo si íbamos a salir a conocer el pueblo, pero obviamente no, lo único que queríamos nosotros cuatro era descansar.

Llegamos a nuestro hotel a las nueve y cada uno empezó a entrar al baño para darse una ducha.

Teníamos que levantarnos temprano al día siguiente y no podíamos darnos el lujo de desvelarnos así que después del baño nos acostamos en nuestras respectivas camas. Lucas y Kenia en una y Juli y yo en otra.

Para mi no se me hacía incómodo compartir cama con ella, solo mantener la distancia era la clave para que no se malinterpretara la situación.

Después de una plática nocturna apagamos las luces.

En general había sido un día bueno, muy cansado por los tenis, pero había dejado buenas sensaciones.

Vaya que no se compararía con lo que se viviría al día siguiente.

Mi Bella InquietudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora