Capítulo veinte

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Lunes 26 de junio de 2023

Han pasado dos semanas desde aquel vergonzoso momento con Dalia.

Me vino una enfermedad muy fea, mareos, ascos, dolor de cabeza.

Yo creo que fue por no atreverme a más ese día.

A partir de este momento, todo lo malo que me pase se lo atribuiré a ese día por no tener más valentía.

Es broma querido lector, es solo que aún no lo supero.

Pero tenía que superarlo si o si, porque hoy iría a visitar de nuevo a la familia de Dalia y esta vez iría solo.

El plan salió por parte de Juli, nos invitó a Lucas, Kenia y a mí a su casa para comer.

La pareja de novios no pudo asistir por algunas cuestiones y obviamente yo me moría por ir.

Tantas eran mis ganas de ir que hasta sintiéndome mal asistiría.

Si Dalia iba a verme jugar sintiéndose mal, ¿por qué yo no haría lo mismo?

En fin, en el trayecto a para su casa me iba vomitando, no exagero al decir que de milagro no vomité en el transporte porque de verdad lo sentía.

Fue un trayecto horrible, iba pensando en si regresarme a mi casa o seguir.

Como pude llegué y me recibía su mamá.

–Pásale Saúl, toma asiento.

-Muchas gracias señora.

Platicamos de algunas cosas. Juli estaba trabajando y Dalia se alistaba en su cuarto, pero no tardó mucho, aparecía y nos saludamos.

"¿Por qué tenía que gustarme ella y no alguien con la que no fuera tan complicado?"

Al parecer no me gusta lo que llega fácil, creo que pocas son las personas a las que le gusta lo que llega fácil.

En fin, charlábamos los tres hasta que llegó Juli y junto con ella la hora de comer.

No tenía nada de hambre, de verdad estaba mal, pero como pude comí un poco.

Seguíamos conversando y el ambiente era muy agradable, eran mujeres divertidas y amables.

Después de comer, a Juli se le vino una idea.

–Oigan, ¿quieren ir a los columpios? – preguntaba.

–Mmm por mí no hay problema – contesté.

Dalia no se notaba muy convencida, pero terminó aceptado.

En la unidad en donde vivían tenían un área donde se encontraban juegos para niños, además de una cancha de basquetbol.

Evidentemente no éramos niños, pero nos divertimos como uno al subirnos a los columpios.

Mis náuseas incrementaban aún más, pero no importaba, me estaba divirtiendo.

–Oigan– nos hablaba un niño como de once años.

–¿Quieren echar una reta con nosotros?

Dudé un poco en aceptar o no, pero el hecho de que tuviera mucho tiempo de que no jugaba básquet hacía que terminara en decir que si.

Las chicas igual no estaban seguras, pero también me siguieron la corriente.

Solo imagínense esto. Tres niños de diez años enfrentándose a tres jóvenes de dieciocho años, tanto la diferencia de edad era enorme, como el marcador final también lo fue.

Terminaron ganando los niños de diez años.

Pero bueno, eso no era lo importante, lo importante fue lo divertido que era ver a Dalia intentando jugar básquet.

Verla correr, intentando quitarles el balón a unos niños, simplemente fue mágico.

Fue curioso cómo no me sentía mal en ningún momento cuando estaba jugando. De hecho, hasta me sentía mejor que nunca.

No sé si era por Dalia, pero si fue así, qué estaba esperando para decirle que me gustaba.

En fin, el partido terminó como quince a cinco.

En mi defensa puedo decir que esos niños eran bastantes buenos y nosotros ya estábamos muy viejos para ese tipo de juegos.

En un futuro se podría dar la revancha, pero por ahora quedaba reír y descansar un poco.

Regresábamos a la casa y de ratito llegaba el padre de familia.

Era la primera vez que lo veía y era un tipo muy alto, pero aunque llegara a intimidar solo era la apariencia porque al igual que las chicas era una muy buena persona.

El plan era ver una película y me dejaron decidir cuál sería.

Ya era tarde y mi dolor empezaba a resurgir, pero ya les había prometido que la veríamos así que me quedaría.

La peli que veríamos era la de "Loco y estúpido amor".

Y bueno, es una de mis películas favoritas de amor y a las chicas les gustaba ese género así que fue buena opción.

Los 5 nos pusimos cómodos en los sillones y comenzaba la acción.

En el transcurso de la peli volteaba a ver a cada uno de la familia y decía por dentro "encajo perfecto en esta familia".

Al parecer a los señores les caigo bien, Juli deseaba que yo fuera su cuñado. Pero la pieza más importante del rompecabezas era Dalia y no quería completarlo.

Así fue como pasó ese día.

De la enfermedad, me pude componer a la semana siguiente.

Con Juli llegué a tener una llamada tiempo después en las vacaciones.

Una llamada que alegraría un poco mi día. 

Mi Bella InquietudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora