Capítulo veintiocho

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Sábado 25 de agosto de 2023

En general fue un día bueno, ganamos el partido, metí gol, visité un rato a mi amiga Kat, conviví con mi familia, todo como un día normal, sin la mente cargada de ideas y suposiciones.

En mi análisis nocturno lo pude notar, qué fácil podemos ser felices y no nos damos cuenta.

Tan fácil que es agradecer todo lo que tenemos, algo tan simple como un techo, una cama, la vista, hasta el hecho de caminar, cuestiones que pasamos por alto y que no debería ser así. Me olvidé por completo de eso en esta semana.

Sentarme en mi cama, cerrar los ojos y echar un clavado internamente para saber cuál había sido el problema esta vez, porque algo seguramente estaba mal conmigo y no hacía que mis intereses amorosos fructificaran a algo más.

Fue más que profundo el análisis porque, en este caso, al igual que con mi amorío anterior, me quedé cegado por una obsesión enorme, confundir el sentirme enamorado con sentirme obsesionado era algo que no distinguía y que ese era el dilema del por qué sobre pienso las cosas, del por qué no estoy en plenitud conmigo mismo, del por qué dependo emocionalmente de las chicas que me gustan.

Este punto ya estaba resuelto, ya solo faltaba ponerlo en práctica de aquí en adelante.

Pero ahora la cuestión más importante ¿qué estoy haciendo mal para que me vaya de esta manera en el amor?

Era bastante complicado responder esa pregunta. Pasaba el tiempo y no sabía cómo contestarla.

Corrieron los minutos y ya de madrugada, el cansancio no aparecía, las ganas de entenderme y ver cual era mi problema eran más grandes.

De entre tantas vueltas pude llegar a una conclusión la cual no quería aceptar:

Cambiar el patrón es algo que a muchas personas nos da miedo. Por ejemplo, si vas todos los días a un Starbucks a pedir un cappuccino y de repente te sientes mal y vas al médico y te dice que tienes que dejar de tomar esa bebida porque si no enfermarás más grave, que en ves de cappuccino ahora tendría que tomar otra cosa como el jugo de naranja, obvio que cambia tu vida drásticamente.

Este ejemplo al igual que conmigo tenía que pasar quisiera o no.

Chicas como Dalia eran algo que por recomendación tenía que cambiar. Seguir ese patrón me llevaría tarde o temprano a la quiebra emocional.

No estoy diciendo que el cappuccino al igual que la chica con nombre de flor sean malos, no, puede ser que otra persona beba cappuccino toda su vida y no le pase nada.

Dalia no es mala persona, me hizo sentir emociones genuinas sin que se esforzara, las llevó al límite sin darse cuenta. Lo triste era que al parecer no era el tipo de chica que estuviera destinada a mí.

Es muy complicado, porque ya tenía un patrón con las chicas, enamorarme de las "niñas bien", bonitas, que tienen a la mayoría de los hombres a sus pies, que sienten que lo tienen todo, que tienen el ego a tope, y que de repente tenga que cambiar eso.

Seguir el camino del jugo de naranja al parecer era lo correcto. Obvio no iría en busca de esa chica con la si pueda tener una relación, eso se tenía que dar sin buscarlo, ya había aprendido eso.

"El que puede cambiar su pensamiento, puede cambiar su destino".

Sin darme cuenta, de nuevo perdía en el amor, pero hasta eso lo agradecía.

No me equivoqué al enamorarme de Dalia, saber que no es cualquier chica y que pudo sacar una muy buena versión de mí, la cual tanto a ella como a mi nos hacía sentir muy bien, pues no queda más que esperar lo mejor para ella.

Lo que pasaría conmigo sería comenzar una nueva etapa en mi vida, donde la chica con nombre de flor estuviera fuera de mis pensamientos ¿se lograría? Eso se verá en los próximos días.

Por ahora solo queda recostarse y dormir, porque mañana sería día nuevo y hay que levantarse con toda la actitud.

Con cierta plenitud cerraba mis ojos y se apagaba mi mente.

Miren hasta qué punto llega un joven el cual solo se debería de estar preocupando por los exámenes. 

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⏰ Última actualización: Nov 14, 2023 ⏰

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