Capítulo diez

37 8 0
                                    

Viernes 17 de marzo de 2023

No me percaté de lo que pasaba en el cielo porque estaba concentrado en no pisar nada extraño y en agarrarme para no caerme, pero lo que se veía arriba era de locos.

Un gris bastante oscuro, neblina que cubría la copa de la montaña y uno que otro rayo se lograba ver.

Al mismo tiempo que veía ese cielo tan aterrador sonaba el walkie talkie de nuestro profesor.

–Pareja conteste, pareja conteste.

–Si colega ¿qué pasa?

–Vénganse rápido porque no tarda en llover.

–Perfecto pareja, allá vamos.

–Ya oyeron chicos, al parecer nos vamos a mojar.

Ese "al parecer nos vamos a mojar" del profesor lo decía como si no fuera gran cosa. Como si cada semana fuera al bosque a mojarse.

Nosotros estábamos ya por bajarnos de la montaña para cruzar de nuevo el rio, pero ahora por otro lado.

En ese punto ya veíamos a lo lejos al profesor que le había avisado al nuestro sobre la lluvia.

El cargar con una mochila, sostenerse de las ramas al bajar, hacerlo en tenis y de manera rápida hacía que mi corazón se acelerara.

Como pudimos todos bajamos de la montaña sanos y salvos, pero no nos supo ni un poquito a victoria, la primera gota se hacía presente y todavía había un rio que cruzar.

"¡Ya crucen!" "¿Qué esperan?" "No se detengan, apúrense".

Se escuchaban las voces de mis compañeros desesperados porque las gotas rápidamente incrementaban en número.

La razón por la que no avanzaban mis compañeros era porque el lado del rio en el que estábamos era muy profundo.

Yo hasta ese momento estaba tranquilo, pero en eso sentí como una piedra golpeo mi cuello con mucha fuerza, cuando vi bien no era una piedra, era un pedazo de granizo que caía del cielo.

Ahí si dije "aquí cruzo porque cruzo el rio".

Aparte, tenía mi teléfono en mi mochila y quería meterlo a una bolsa de plástico lo más rápido que se pudiera, no había tiempo, tenía que cruzar.

Empecé a rebasar a mis compañeros y metí mis pies con todo y tenis al rio, el agua me llegaba a la cintura y no sabe querido lector el miedo que tenía por que por un lado caían piedras del cielo y por otro lado la corriente del rio estaba a tope.

Corría en el rio con la mochila cubriendo mi cabeza y se me hizo una eternidad hacerlo, pero se logró la hazaña.

Me hinqué, saqué una bolsa de hule de la mochila y metí rápido mi teléfono en ella.

La lluvia y el granizo no paraba, pero una parte de mi estaba tranquila al saber que mi vida estaba a salvo.

Regresé a ayudar a mis compañeros a cruzar y por fortuna no hubo ningún accidente.

Todos un poco asustados y felices a la vez por lo que acabamos de vivir en menos de cinco minutos.

Todos en circulo esperando que pasara la lluvia porque teníamos que subir otro cerrito para llegar a la carretera y era muy peligroso subir con el agua cayendo.

En fin, paro un poco la lluvia y procedimos a caminar todos empapados.

Llegamos arriba y después seguiríamos el sendero a donde estaban los autobuses.

Todos mojados pero las risas nunca faltaron.

Es mágico pasar por muchas situaciones, buenas o malas, y los temas de conversación nunca acaban, estando con las personas correctas todo es positivo pasara lo que pasara.

Lucas y Kenia en esos momentos hacían que lo más simple como una caminata hasta lo más complejo como cruzar un rio con granizo, se volvieran en esos recuerdos que no quisiera que se olvidaran jamás.

En fin, llegamos a los transportes y seguía lloviendo.

Nos subimos todos empapados y ahí estaba Juli, apartándonos los lugares para que nadie nos los ganara.

Nadie de nosotros quería hablar, teníamos sueño, cansancio y frio a la vez.

Yo me dormí cuando los autobuses prendieron su motor y desperté ya que habíamos llegado al hotel.

Eran ya como las seis y caía la noche.

Al parecer me había caído bien la siesta porque desperté con energía.

No se si fue por eso o por el frío que me hacia sentir la ropa mojada, pero de que estaba activo estaba activo.

Entramos a nuestra habitación y Kenia había ganado el baño primero. No sin antes pedirnos que fuéramos Juli y yo a la farmacia por una pomada para las raspaduras, porque vaya que se cayo varias veces en la exploración.

Obviamente que más que por la pomada, Kenia quería la habitación sola con mi amigo Lucas y se entiende.

¿Quién iría solo a descansar a un hotel estando con tu pareja siendo joven?

Bueno, Juli y yo nos desapegamos de ellos y comenzaba una conversación que a la larga sería muy recordada por los dos.

Mi Bella InquietudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora