Capítulo diecisiete

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Miércoles 12 de abril de 2023

"No veo a Juli ¿Qué habrá pasado?"

No sabía si vendría Dalia o no. Era una moneda al aire.

Todo con Dalia era una moneda al aire.

No me hacía tantas ilusiones porque piénsenlo bien, si ponen en la balanza pasar un día con su persona favorita en vacaciones o ir a ver al amigo de su hermana jugar ¿ustedes que elegirían?

Así que me mantenía tranquilo.

Empezaba la primer clase y no llegó Juli.

Pasó una hora y de repente vibró mi teléfono.

Era un mensaje de mi amiga:

"Saúl estoy con Dalia en la escuela, pero no se siente muy bien"

Sin pensarlo dos veces metí mis cosas a la mochila y salí.

Me mandó su ubicación, se encontraban en unos pastos retirados de los salones.

En el camino pasaban muchas cosas por mi mente.

"¿Por qué se sentirá mal?" "¿Se habrá sentido así llegando a la escuela o ya venía así desde casa?"

Traté de apurarme lo más que pude en llegar y ahí estaba, recostada con un suéter en su rostro.

¡Si había venido!

Al parecer si se sentía mal. Se notaba desganada, su desplante estaba caído, pero trataba de hacerla reír un poco y hacer que se le olvidará un poco su malestar.

Juli estaba ahí con nosotros, pero no por mucho tiempo, dijo que iría a la tienda a comprar algo.

Ella entendía la situación, ya sabía que me gustaba su hermana y quería que pasara algo entre los dos. O bueno, eso reflejaba.

Tenía la aceptación de Juli para andar con su hermana y lo agradecía bastante.

En esa charla con Dalia salió a la luz un tema para nada menor, la religión.

–¿Y tu novio sabe que estas aquí?

–Si, le comenté que te venía a ver jugar.

–Ya veo, que bueno que no se escondan nada.

–Si, lo malo que lo tengo que esconder.

–¿Cómo?

–Mmm pues en nuestra religión no nos dejan tener una pareja que no sea de nuestro círculo.

–Ya veo.

Pensé que ese tipo de casos solo pasaban en las películas. Algunas personas sí que siguen las reglas de sus creencias a pie de la letra.

–Hasta eso no es tan difícil, solo mis padres no se tienen que enterar y en general personas de la religión, pero hasta el momento nos ha funcionado bien.

–¿Y a él no le molesta eso?

–No, entiende la situación y lo sobrelleva.

–Que bueno por ustedes.

Eso fue un golpe para mí, porque si existía la posibilidad de que a Dalia le gustara, iba ser complicado estar juntos. No por ella, sino por mí ahora.

No imagino ir a la casa de mi novia y que tengamos que fingir que seamos solo amigos.

Bueno, no tenía tanto problema con eso, pero el hecho de que su casa me quedara lejos y luego llegar y fingir algo que no somos, era complicado.

Ya ni modo, los padres de Dalia eran así y no había nada que hacer.

Vaya panorama se estaba formando.

En este momento me era insignificante, yo no era su novio y podía disfrutar de una conversación con ella sin que sus padres lo prohibieran.

Fueron tres horas increíbles.

Conocer a la chica con nombre de flor a fondo solo me daba más razones para estar cerca de ella.

A veces sí que es bonito enamorarse.

Llegaba la hora del partido.

Me fui a cambiar y todo estaba listo.

Ya se encontraba Lucas y los demás integrantes del equipo.

Entré a la cancha y a través de la reja me dirigía a Dalia.

–Échame porras eh.

–Claro que si Saúl, voy a gritar fuerte.

Los dos sonreímos.

–Oye, pero ¿Cómo voy a saber cuando me dediques tu gol?

–Ya lo sabrás.

Me despedía de ella y comenzaba el juego.

Estaba muy ríspido el partido.

En ningún momento estaba nervioso, yo me encontraba concentradísimo en el juego y lo intenso que estaba, ni por la mente me pasaba que la chica que me gustaba estaba ahí viéndome.

El equipo contrario rompía el marcador y nos encontrábamos perdiendo un gol a cero.

Se trababa el juego, pero un gol mío empataba el marcador.

Lo primero que hice fue buscar a Dalia con la mirada, puse mi mano en mi boca y le mandé un beso.

Fue tan lindo ver cómo saltaba de emoción, escucharla darme ánimos mientras corría atrás de un balón frente a más personas, me alegraba bastante.

Pitaba el árbitro el final del primer tiempo.

Dalia tenía una sonrisa de lado a lado y unos ojos que le brillaban de tanta emoción.

–¿Qué tal lo estoy haciendo?

–Muy bien Saúl, si juegas muy padre– lo decía con una sonrisa de lado a lado.

–Muchas gracias.

–¿Que tal estuvo mi gol?

–Me encantó, gracias por dedicármelo.

–Ahorita voy a hacer el esfuerzo por meter dos más.

Yo ya estaba muy acelerado por la adrenalina del juego y por la plática con Dalia.

–Conste eh, ya lo prometiste.

En ese momento querido lector, se hizo una bella pausa de siete segundos en dónde solo nos quedamos viendo ella y yo con una sonrisa.

Sentí que su mente y la mía estaban conectadas, la dinámica entre los dos daba esperanza de algo más, como si de verdad fuéramos el uno para el otro.

Supongo que para ella no fue nada, pero para mí lo fue todo.

El verla esos 5 segundos se sintió tan bien que dije "tengo que alejarme de ella en verdad".

Sé que suena contradictorio, pero era lo que sentía.

Ella difícilmente me iba a ver con otros ojos. Difícilmente me iba a ver cómo yo la veía a ella.

Además, veía en ella un cartel en su frente que decía "Ella está prohibida".

Obvio por el tema de su novio, pero a ver ¿Cómo estaba seguro de que en verdad quería a su pareja y no a mí? Dalia probablemente sentía lo mismo que yo ¿o no?

Tanto usted como yo querido lector sabemos que lo mejor era dejar el asunto a un lado, ella me gustaba, pero creo que no era correspondido.

Ya estaba acostumbrado a eso, no fue difícil dejarla de lado.

Los siguientes días no hablamos, no mensajeamos, ni siquiera sabía de ella.

Era mejor salirme del combate antes de volver a perder, pero creo que para el bendito destino no era suficiente espectáculo.

Mi Bella InquietudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora