Capítulo veinticuatro

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Sábado 19 de agosto de 2023

Tenía que llegar presentable a la reunión, una camisa planchada, un saco y un pantalón de vestir sería lo correcto.

Llevaría un par de tenis negros para que no se viera tan formal, era una reunión de una religión distinta a la mía, no era mi boda.

En fin, me vi al espejo y con una sonrisa en el rostro partía a mi nueva aventura.

"Me marcas cuando llegues Saúl para que salga por ti".

Me había dicho Dalia cuando salí de mi casa.

El camino no se me hizo pesado, tenía sueño así que dormí en gran parte del trayecto.

Llegaba a las once en punto a la Arena Ciudad de México.

Era la primera vez que iba ahí, usualmente ocupan ese recinto para espectáculos de lucha libre y nunca fui tan fan de eso.

–¿Bueno?

–¿Dalia?

–Saúl ¿Ya llegaste?

Me hablaba la chica con nombre de flor a mi teléfono.

–Si, ando aquí afuera.

–Perfecto, vamos por ti.

Y ahí estaba, con un vestido de flores muy hermosas, el pelo suelto, con esa sonrisa.

En este punto ya estaba perdido querido lector, ya no tenía dominio de lo que pasaba conmigo en mi alrededor.

No hubo ni un momento en que me haya despegado de Dalia en toda la reunión.

Solo quería hablar con ella y disfrutar de su compañía.

No le hacía caso a nadie, ni a los señores, ni a la reunión, ni siquiera platiqué con mi amiga Juli.

Solo existía Dalia en ese lugar.

Hablamos de muchas cosas, pero resalto una conversación en especial que hubo cuando dieron un entretiempo en el evento.

–Oye, ya leí tu historia con Luna.

–¿Cómo crees?

–Si, pero siento que fuiste muy dura con ella, como si estuvieras resentido.

–Mmm puede ser, según yo fui lo más parejo que pude, pero puede que me haya pasado un poco.

–Si, un poco.

Se hizo una pequeña pausa.

–Y actualmente ¿todavía la odias?

–No no no, en la historia nunca dije que la odiaba.

–Bueno, ¿todavía te cae mal?

–Es que nunca me cayo mal, es un tema que estoy poniendo en práctica.

–¿Qué cosa?

–El tema de amar.

–¿O sea que amas a Luna?

–Si, al igual que amo a esa señora, al igual que a ese chico, igual que a él.

–Suena raro– decía mientras se me quedada viendo muy raro, como si fuera un tipo de degenerado o algo así.

–Es que, a ver, yo entre estas ondas de que me gusta pensar mucho y analizar el tema del amor, concluí que, entre las personas, hay tres bloques en los que se puede agrupar el amor: El amor de pareja, el amor de familia y el amor al prójimo.

Dalia me miraba fijamente.

–El tema de amar al prójimo es un punto que me encanta porque escucha bien, va relacionado con el amor de familia, ¿por qué los padres no aman a los hijos del vecino y si a sus hijos?

–Mmm ¿porque tienen su sangre?

–En parte, pero ¿qué es lo primero que se dice cuando nace un bebe? "Mira tiene mis ojos" "Tiene mi sonrisa" "Tiene mi apellido". Lo que ven reflejado en sus hijos son ellos mismos, se ven en un espejo, por eso aman a sus hijos y no al del vecino. El de enfrente es un desconocido, porque no se parece a ellos, no tiene su apellido, nada. Que no quiere decir que el amor de familia sea menos, no; de hecho, el amor de familia es uno de los más importantes para muchas personas y está bien, pero se me hace injusto que a la persona de enfrente no amemos solo por el hecho de que no es de nuestra sangre o que no creció en nuestra casa.

–Okey, tiene un poco de sentido.

–Y en el caso del amor de pareja es similar. A ese amor lo describo como exigir la libertad de la otra persona, aunque no llegara a entrar en sus planes. Lo que quiero decir es que, cuando hay una relación y hay amor de por medio no hay posesión, es "porque no eres mía" "porque no soy tuyo" es un trabajo conmigo mismo para que tu decidas estar a mi lado porque así lo quieres y no porque tienes un anillo que me costó una lana y ya. Dejar que ella decida qué es lo que quiere y yo solo ser un acompañante en su camino. Si en su trayecto estoy o no estoy en sus planes pues no importa porque sería lo mejor para ella y hay que aceptarlo. No queda más que seguir y trabajar siempre en uno mismo. Es lo que he hecho hasta ahora, es lo que ha pasado con Luna.

–Vaya, si que me dejaste pensando.

Sé querido lector que esta conversación no aporta mucho a la trama, pero la situación es que no podía seguir guardándome todo lo que sentía por esa chica con nombre de flor.

Las reflexiones que le dije hicieron que mis emociones se revolucionaran a todo lo que daba.

Probablemente la combinación de todo eso detonó que tuviera un ataque de ansiedad esa misma noche.

Mi Bella InquietudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora