Capítulo 40

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La isla luce insignificante ante la imponente isla de So Far Away a tan solo unas cuantas horas de distancia, pero por alguna razón el Whalien desvió su curso de allí y debían confiar ciegamente.

—Es un poco tenebrosa —Kris observa por el telescopio lo que parece una selva—, puedo ver algo hacia el fondo.

—Es un templo —Jun conoce esta pequeña isla como la palma de su mano—. Allí se muestra la historia del mar y del Whalien, es una leyenda muy famosa.

La pequeña y frondosa isla se hace cada vez más grande a medida que se acercan, todos tienen una gran curiosidad de por qué el animal los había guiado hasta allí. Jun conoce muy bien ese lugar, incluyendo sus ruinas, ricas en historia, que a todos los jóvenes y marineros llama la atención. Quizás es tiempo de repasar cosas que posiblemente olvidó y que serán de gran utilidad.

Los ahora recién casados se pierden de la pequeña celebración. Quieren disfrutar su tiempo a solas hasta llegar a la extraña isla que está ahora en su ruta.

—Yohn, calma, nos van a escuchar... ¡Aaaaah...! —Los gemidos del omega son callados por los apasionados besos del alfa. Apenas salen de la vista de los demás, sus cuerpos entran en calor, buscando el roce necesario entre ellos.

Eres mío, mío, solo mío y me encargaré de marcar cada rincón de tu cuerpo. —Aquella voz debería intimidar a Javier, pero el efecto contrario es logrado, haciendo vibrar su cuerpo de pura excitación y lujuria que desprende el alfa.

No han llegado aún a la habitación cuando ya se están comiendo en pleno pasillo, bajo la luz de las antorchas, con sus ropas pegadas a la piel gracias a la champaña, marcando y delineando cada rincón, cada músculo y por supuesto sus erecciones que se rozan entre sí.

Min se apresura a abrir la puerta de su habitación, quita con dificultad la ropa del omega, y termina por rasgar algunas partes de ésta, exponiendo su frío cuerpo por la humedad. Javier hace lo mismo, desesperado al notar los dorados y gatunos ojos del alfa.

Quedan totalmente desnudos en segundos, el capitán Min delinea cada parte del cuerpo de Javier con su lengua, impregnándolo de saliva, mezclándose con el amargo sabor del licor, su omega es exquisito. Lo recuesta con cuidado boca arriba, puesto que su vientre está un poco prominente por el cachorro. Comienza desde su rostro, lamiendo, besando y mordisqueando sus carnosos labios, baja por el cuello, su pecho, muerde sus pezones erectos por el frío, se gana un suave gemido del menor. Su lengua traviesa sigue bajando, dibujando una línea invisible hasta llegar a su estómago, juega con su ombligo.

Los labios del capitán rozan la erección del menor, de la punta gotea un poco del líquido preseminal, lo toma para luego introducir por completo el miembro del omega en su boca, haciendo un vaivén, mientras el omega es un mar de gemidos, posiblemente los demás estén escuchando cómo es marcado nuevamente su omega.

Lleva dos dedos a la boca del menor, haciendo que éste los chupe y ensalive; ama ese lado sumiso del omega, siempre tan entregado a él. Al mismo tiempo que hace la felación, empuja ambos dedos en la húmeda cavidad del omega, quien ahoga un grito de placer mordiendo sus propios labios.

—No te prives, pastelito, grita quién es tu alfa. —La voz de mando lo está prendiendo mucho más y sus dedos ya están quedando escasos.

—Te necesito... Por favor... —Javier odia pedirlo, pero en esos instantes su mente está nublada por el deseo—. Capitán, hágame suyo nuevamente.

—Solo hasta que grites mi nombre. —El alfa se ha posicionado entre las piernas del omega, rozando su entrada con su miembro erecto. Sus besos llenos de sonidos húmedos por el baile de sus lenguas y pequeños mordiscos tiene al omega al límite, jadeando y pidiendo más, mientras su entrada es amenazada—. ¿Quién es tu alfa, pastelito?

Altamar // EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora