Altamar // EN FÍSICO

Capítulo 49

No es fácil tener que decir adiós a la persona que más amas en este mundo y notar cómo en tus propias manos se esfuma aquella chispa de vida. Un brillo particular que solo pueden observar aquellos que han visto morir a alguien en sus propias manos. El alma, al abandonar el cuerpo, se lleva una singular luz que cada uno posee en su interior.

Javier es testigo de ese detalle, al notar cómo en los ojos del capitán Min se extingue aquel particular brillo, llenándolos de una extensa oscuridad que solo el omega puede explicar, aquella sensación de abandono se apodera de él, queriéndolo arrastrar al más profundo abismo del océano.

—Yohn... —Javier se acerca a su espalda, tiene miedo, pero un fuerte latido se escucha.

¡Quién iba a pensar que aquella misteriosa ballena de color blanco sería la salvadora de su desgracia!, deteniendo los aullidos de dolor del omega, tomando a su alfa, aquel cuerpo que carecía de vida, devolviéndosela como si fuera su deber fuera del agua.

Los latidos del capitán Min indican al omega que se encuentra con vida nuevamente, se concentra en escuchar aquellos latidos, nunca pensó que sería la más maravillosa música que pudiera apreciar: ¡el sonido de la vida!

Las palabras son inútiles, todos los sentimientos están encontrándose en un mismo lugar, alfa y omega se abrazan, besan y observan, impresionados en cómo todo puede cambiar en un escaso segundo, llevándose lo más preciado para cada ser en este pobre mundo.

Las lágrimas del omega ahora son de felicidad, los demás alfas presentes, junto a los betas, celebran con gritos de júbilo la resurrección del capitán del Whalien.

—Pastelito... perdóname, nunca te volveré a abandonar. —Min Yohn no debe llorar, se supone que es un pirata temido y un gran alfa, pero ver a su omega destruido por lo sucedido hace que su corazón se quiebre en mil pedazos, lo había dañado sin querer.

—Gra... gracias a Whalien estás de vuelta. —Javier clava su cabeza en el pecho del alfa, llenándose de su aroma y apreciando la calidez de éste. Nota cómo su herida se ha sanado solo con la presencia de aquella hermosa ninfa de agua, los destellos oro y plata continúan rodeándolos.

Aquella ninfa que responde al nombre de Whalien emite su típico canto mientras procede a retirarse a las profundidades del mar nuevamente, llevándose con ella las estelas de brillos.

—Espera... —Min no sabe cómo dirigirse a la criatura—. ¿No puedes ayudar a mis amigos?

Niega. Su expresión no es más que pura tristeza.

—Yo soy tu guardián, Yohn. —La voz sale de la ninfa, pero no mueve los labios—. Sabía que todas mis fuerzas serían utilizadas en algún momento y lo hice. Cuídate mucho, príncipe.

—Pero... —No está de acuerdo en dejar que la vida de todos aquellos que le ayudaron se perdiera en vano, pero no puede forzar la magia de las criaturas marinas—. Gracias... Whalien.

El sol ha terminado de salir, ilumina en todo su esplendor el salón real que es ahora un mar de sangre. Whalien desaparece al cruzar la puerta y en su lugar aparecen los reyes, seguidos de los demás tripulantes.

—Pero, ¿qué? —Jun está molesto al ver a su omega junto con Yeshe en brazos, era arriesgado si quedaba algún guardia rondando el lugar—. Henrik... habla tu primero...

—Verá... capitán... las sirenas nos enviaron... diciendo que debíamos entrar. —Una explicación extraña de parte del beta—. Empezamos a seguir a esa mujer de cabello blanco, pero es muy rápida, nos atrasamos un poco.

Los reyes ignoran la charla de la tripulación y se acercan a Yohn abrazándolo y llorando a mares al notar el cuerpo de Min Louis a tan solo unos metros, podría ser el malo del cuento, pero era su hijo. Al ver el cadáver, una parte de ellos se fue. Ya eso no es ni la esencia, es solo un cuerpo vacío de alguien que se llenó de mucha avaricia queriendo apoderarse de todo, sin importar el bienestar de sus padres o de su hermano.