Capítulo 43

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La oscuridad reina en el lugar, al igual que un silencio denso, roto por alguna gota de agua o el sonido de las ratas caminando entre las piedras de aquel lugar.

La joven pareja se mantiene abrazada como puede para darse calor, evitando el frío contacto del hierro, sus ropas ya están rasgadas y el alfa hace hasta lo imposible para mantener el calor de su omega.

—Qui... quiero salir de aquí, James. —Oliver deja salir a flote su personalidad omega, se sentía muy débil. Al menos uno de los esclavos del castillo siempre les pasa algo de comida, muchas veces les da cosas a escondidas como galletas o pasteles desde que supo que estaban allí por ser parte de la tripulación del capitán Min, y deseaba que éste apareciera y los liberara también a ellos de ese tirano que tienen como rey.

—Ya pronto saldremos, vimos a Javi, no sé cómo, pero sé que pronto estarán aquí. —James acaricia el cabello de su omega, dejando que éste llore en paz sobre su hombro. No puede hacer nada, pero tiene fe en que pronto serán rescatados—. ¿Viste su pancita? Luego jugaremos con su cachorro.

—James... yo... quiero intentar tener cachorros —El alfa sonríe ante el suave murmullo de Oliver—, quiero intentar la magia de las sirenas.

—Tendremos todos los cachorros que quieras, mi omega. —Logra hacer que el omega levante el rostro dándole un suave beso en sus labios—. Te amo.

—Vaya, vaya, pero qué tierna parejita. —James gruñeal sentir la voz de aquel alfa, a pesar de estar separados por unos barrotes, sentía la amenaza de Choi Milo. Ese desgraciado había golpeado a su omega luego de descargar su ira con él al intentar servir de escudo—. No sé para qué me gruñes. Yo sí estoy encantado de verlos.

—El capitán Min te romperá el culo. —Es lo último que dice el omega antes de escuchar el silbido del aire seguido de aquel látigo golpeando su delicada piel.

—¡Déjanos en paz y ve con tu omega! ¡Posiblemente pronto no se vuelvan a ver! —James cubre al omega y recibe los azotes en su espalda, no va a permitir que lo sigan lastimando—. Serás carne de ballena.

—¡Insolentes! —Va a seguir azotándolos, pero una mano detiene la suya, al voltear, el alfa se consigue con el rostro sereno de Louis, quien le ordena detener las torturas por hoy. Lo mejor es mantenerlos vivos para matarlos frente a su hermano.

—Después nos encargamos de ese par de ratas junto con el omega de mi estúpido hermano. —Besa a su alfa y se lo lleva del calabozo dejándolos solos nuevamente.

La puerta se vuelve a abrir y James está de mal humor, no va a permitir que sigan golpeando a su omega, aunque deja de gruñir al notar quienes son.

—Ya pensé que nos ibas a morder pequeño James. —Es el beta que lleva un buen tiempo cuidándolos. Está acompañado de otro sujeto que ya había visto en un par de ocasiones—. Todo saldrá bien...

—Ricardo... Daniel... —Oliver, al igual que James, está muy agradecido con ellos por brindarles buena comida y, de vez en cuando, unos cobertores de plumas para el frío, que les retiraban en las madrugadas para que Louis no se diera cuenta o peor aún, Choi.

—Les trajimos pato asado con papas y... unas galletas de chocolate que les hizo Ricardo. —Aceptan gustosos los platos de ese par, comen rápido y con gusto para no ser descubiertos, ocultando las galletas para comerlas más tarde—. Cuídense, pequeños, todo saldrá bien. Confiamos en Yohn.

Ambos asienten y los betas salen del lugar, llevándose toda la evidencia para no ser castigados por el rey.

—Pronto llegará el Whalien, Min Yohn nos sacará, de eso estoy seguro. —El alfa acurruca al omega entre sus piernas y caen luego en un sueño profundo, gracias a que sus estómagos estaban llenos.

Altamar // EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora