Epílogo

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26 de agosto del 2028

Ángel

Veo a mi esposa ir de un lado a otro, presionada como todos los años en los cumpleaños de nuestros hijos.

Mantengo mis ojos en ella.

Se mueve dando órdenes al personal, mi hija la va siguiendo, solo el cabello se le mueve con el viento tratando de alcanzar a Susan. Mi esposa parece darse cuenta y regresa para tomarla en brazos y cargarla.

Sin notarlo, una sonrisa brota de mi boca, lleva a Brianna: nuestra segunda hija en brazos, yo mantengo a mi hijo menor en mi regazo, estoy seguro de que si lo bajo causará problemas y su madre no solo lo regañará a él por provocarlos, sino a mí también por dejarlo.

Su mirada azul se desplaza en mi dirección y por un segundo su expresión se relaja.

—¡Papá! —despego la mirada de mi esposa para ver a mi hija mayor que viene corriendo hacía mí— ¡Papá! —grita de nuevo y debo de admitir que me siento poderoso cuando me llama de esa manera, pueden pasar los años y el que Evelyn me diga papá me vuelve loco.

—¿Qué...? —frunzo las cejas cuando la miro.

Viene llorando.

—¿Qué pasó, amor? —sorbe de su nariz y el labio inferior le tiembla.

Está cumpliendo 7 años y me sigue costando verla crecer, recuerdo lo tan pequeña que era y me hace sentir demasiado viejo.

Me pongo alerta de inmediato. Giro para ver a Susan, pero ella ya está guiando a varios invitados.

—¿Qué sucede?

Sostengo a mi hijo con un brazo para con la otra mano limpiarle las lágrimas de las mejillas, una punzada en el pecho me golpea y es que detesto verla llorar, detesto ver a mis tres hijos llorar, me parte el alma.

Se me abraza, y trato de no pensar en lo grande que ya es, su hermano quiere abrazarla. Me pongo sobre una rodilla para estar a su altura, dejo que siga llorando antes de volver a preguntar qué le pasa, quito un mechón de su rostro y se lo paso detrás de la oreja.

—Puedes decirme, papá está aquí para ti.

—N-no no encuentro-o mi co—ollar.

Balbucea y dice entre hipidos, sigue repitiendo lo mismo y apneas y puedo entenderle, pero con solo la palabra collar bajo de inmediato la mirada a su cuello y noto que el collar de Max no se encuentra reposando en su cuello.

«Mierda».

—¿Qué paso? ¿Dónde lo perdiste?

Blanqueo los ojos cuando me doy cuenta de lo que dije «Idiota, si ella supiera donde está no vendría a mí».

—¿Dónde fue la última vez que lo viste?

—E-en en el...

—Mi amor—la interrumpo— vas a tener que hablarme claro para que pueda ayudarte.

—En el inflable —sorbe de su nariz— estaba brincando junto a mis primos, pero subí con Azahara para podernos deslizar, y de repente no sentí nada y cuando... y cuando toqué mi cuello no había nada, ella me está ayudando a buscarlo junto a los gemelos dentro del inflable.

» Patrick y Niall se ofrecieron a ayudarme, pero son pequeños y no saben que estoy buscando y Mer hace lo mismo que los gemelos, pero eso fue hace 10 minutos, ¿puedes ayudarme, papá? Tú siempre encuentras todo y sabes dónde está todo.

Acomodo a Andrew, girándolo y pegando su espalda a mi pecho antes de seguir a mi hija a uno de los tres inflables. Me encuentro a los hijos de Eric: Patrick y Niall agachados mirando alrededor del inflable y me generan ternura, porque Niall solo está ahí por su hermano, mi hija me sostiene la mano y me explica de donde a donde fue y estuvo. Azahara manda a los demás niños a los otros dos inflables mientras los gemelos (hijos de Margot y Josh) se mantienen de cuclillas buscando el collar perdido de mi hija, me mantengo en calma para no alterarla y trago grueso si no puedo encontrarlo, mi hija tiene muchas esperanzas en mí y confía en que lo encuentre.

Una última vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora