Capítulo XXV

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Susan

Mis pulmones exigen tener algo de oxígeno, me separó de él, sus labios se ven tan hinchados.

Puedo sentir pequeñas vibraciones por todos mis labios y estoy segura de que se encuentran hinchados tal cual a los de Ángel.

Me da una sonrisa, los ojos le brillan y el color gris me tiene cautivada como nunca. Puedo ver que sus sentimientos no han cambiado, tiene la misma mirada de cuando nos besamos por primera vez, aunque fue un idiota en ese entonces, está vez sigue sosteniéndome y no se ha ido corriendo.

Está a nada de oscurecer y sé que mañana tiene que irse por unos asuntos de unas acciones, así que lo más probable no lo vea en los próximos días.

—¿Tienes que irte? —pregunto sabiendo la respuesta.

—Si, mañana tengo que estar temprano para la compra de acciones en California, y pasado mañana tendré que ver a Waddell...

La mención de ese apellido me hace frenarlo y ponerle un dedo en los labios, silenciándolo.

—¿Dijiste Waddell?

Deja un beso en mi dedo y lo quito para que me conteste.

—Si.

—¿Waddell? ¿Waddell de fundación Waddell?

Pueden existir millones de personas con el mismo apellido, pero puede que corra con la suerte de que sea él.

—Dese mismo, entiendo que su esposa maneja la fundación.

Una sonrisa me brota en el rostro.

Conozco el apellido. Lo escuche antes de Max.

—Lily y Max son parte del comité —admito—, por el momento es ella quien maneja tanto la parte que compro Max como la de ella.

Es admirar que la fundación sea internacional en el corto tiempo. El que se establecieran en Inglaterra hizo que la fundación creciera más rápido.

—¿Es donde fuiste a donar las cosas de Max? —asiento.

—¿Puedo saber para qué te vas a reunir con él? —la curiosidad es grande.

—Pensaba darte explicaciones del porque no podríamos vernos, así que si, puedes saber el para qué voy a reunirme con él.

Me sostiene más fuerte, le echa una mirada a Evelyn rápido antes de volver a poner sus ojos en mí.

—Al parecer quiere un espacio que compre hace dos años, no tenía planeado hacer nada con ese lugar, creo que a su esposa le gusta y quiere comprarlo para ella. Romántico, ¿no?

He escuchado que apoya por completo a su esposa.

—Demasiado, quedan pocos de esos —susurro sin tratar de reír solo para molestarlo.

Me pongo de puntas para darle un beso y alejarme.

—Eres muy persuasiva. Mini Max debe de estar adentro esperándonos.

—¿Mini Max? ¿Es así como la llamas?

—Tiene todo de él, no puedes decir que no se parece a Max.

—Mini Max —repito— me gusta.

Me sostiene la mano a la hora de entrar, Evelyn se encuentra de lado y me agacho para verificar que se encuentre bien. Parece que nos tardamos demasiado para ella, porque esta dormida sin nada que la perturbe.

Dudo que nos hallamos tardado más de quince minutos, pero creo que ella vivió una eternidad para esperarnos.

—Está durmiendo mini Max —uso el apodo que le ha dado y el solo ríe.

Una última vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora