Capítulo V

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2019

Susan

Siento como los ojos se me llenan de lágrimas y estoy segura de que la máscara de pestañas se me corrió.

Acerco mi mano y el anillo entra en mi dedo anular.

Beso con desespero a Max, me recibe con la misma intensidad y me despegó de su boca para verlo.

Sus ojos brillan, hoy todo de él es radiante.

—Te amo —pronuncio con felicidad.

—Te amo, te amo millones.

Me levanta del suelo mientras ambos sonreímos.

Dos años después estoy segura de que él es el hombre con el que quiero pasar el resto de mi vida, quizá estemos ancianos y arrugados cuidando a nuestros nietos o quizá huyendo, diciéndole a nuestros hijos que tenemos planes y no podemos cuidar de nadie.

—Por favor dime que no estoy soñando y es verdad que pusiste un anillo en mi dedo anular.

—No estas soñando, he puesto un anillo en tu dedo anular —sigo sin dejar de ver el diamante en mi mano.

—Me encanta —digo cuando aparto la mirada del anillo—, pero me encantas más tú.

—¿Sí? —pregunto divertido—, porque me encantará llamarte señora Gallagher.

—¿Seguro? ¿No te gustaría mejor que yo te diga señor Clark?

—¿Ponerme tu apellido? —dice divertido— No suena nada mal, pero siempre y cuando me dejes decirte señora Gallagher en la cama.

Atrapa mi labio inferior y coloco mis manos sobre su rostro.

—Solo cuando me esposes a la cama, permitiré eso.

—Hecho —una de sus manos va a mi trasero para palmearlo.

Sabe que bromeo, porque si algo estoy seguro es que prefiero el apellido de él que el mío.

Clark no me genera el amor de familia a como Gallagher lo hace.

Atraigo los pensamientos pecaminosos de lo que va a suceder en unas horas, el sexo no me parecía tan apetitoso hasta que Max llego con ciertos fetiches que me hicieron caer en tentación.

Max es suficiente y mucho más de lo que pude haber pedido alguna vez en mi vida en un hombre.

Es amable, caballeroso, sabe lo que quiere y tengo buen sexo, uno que sin importar la hora o que tan cansados estemos acepta.

—Me urge decirles a todos de esto.

—Eric ya sabe —me sorprende con su confesión—, le dije que necesitaba que estuvieras libre esta semana, sabe cuál es el motivo por el cual estas aquí. Al principio, me dijo que no, pero cuando le dije que quería pedirte matrimonio ni siquiera lo pensó, solo dijo que sí.

—Ese sinvergüenza me puso a trabajar el triple —entrecierro mis ojos—, lo odio.

—Amas a Eric, y sabes que valió la pena.

—Tienes razón —deja sus manos sobre mi espalda baja.

—Seré la señora Gallagher —digo de manera dramática y limpiando las lágrimas con color negro.

—No sigas llorando, luces...

—Ni se te ocurra decirlo —lo golpeo y me limpio en su camisa blanca.

—Aun así, te ves como una diosa.

—Querrás quedarte sin prometida —bromeo.

—El anillo ya está en tu dedo, no te desharás de mí, al menos que muera y eso no pasará en mucho tiempo.

Una última vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora