Capítulo XXXIX

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Grace en multimedia, es más o menos, así como me la imagino. 

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Susan

Cuando me calmo, noto los brazos de Grace y de madre también al nuestro alrededor. Cuando sienten que me muevo, ellas se separan de mí.

—Yo... necesito irme —digo como puedo, mi voz se escucha algo ronca—. Lo siento.

Me separo por completo de los tres, tomo el bolso que traía conmigo, ni siquiera los miro, casi corro a la puerta principal y salgo de la casa, puedo escuchar que dicen algo, no los escucho, solo necesito alejarme.

Veo mi auto a unos metros y subo, no tengo un rumbo fijo, solo que cuando estoy lo suficiente lejos, detengo el auto y suelto más sollozos, parezco una tonta al llorar y darme cuenta de que los he alejado por estos meses, he perdido mucho tiempo, hemos perdido demasiado tiempo.

Un leve rastro de culpabilidad me golpea y siento el odio y rencor desvanecerse un poco, pero también siento como fue lo mejor estar lejos, aprendiendo que fue lo que hicimos mal, estando alejados yo pude darme cuenta de que no los necesitaba para salir adelante y conseguir lo que siempre quise, tal cual ellos necesitaron perderme y ver las noticias para darse cuenta de que yo no tuve la culpa de aquello de lo que se me acusaba.

Trato de tranquilizarme, logro ver por el espejo retrovisor como mi maquillaje se corrió y recuerdo las palabras de Ángel «Pareces un panda», no tengo ni fuerzas de encender el auto e ir a casa, necesito un momento... solo un momento para aclarar las cosas.

Podría quizá hablarle a Ángel y que venga por mí, pero... he aprendido a sobrellevarlo yo, así que me limpio el maquillaje y pongo en marcha el auto para ir a casa, donde mi familia me está esperando.

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Evelyn permanece tomando del vaso adaptado, tiene algunos meses que dejo el biberón, sin embargo, de vez en cuando suele amar estos vasos. Sigo sin entender para que sostener su pie a la hora de comer o beber algo.

Se gira y el vaso se sostiene por la cama, ella solo me mira son esos ojos azules tan hermosos, tiene las mejillas rojas y no me aguanto las ganas de pasarle la mano por el rostro, cierra sus ojos cuando siente mi mano y sonrío para mis adentros, está a nada de quedarse dormida.

—¿Vas a querer conocer a tus abuelos? —murmuro— la señora Clark ha tejido varias cosas para ti y el señor Clark... —me quedo a la mitad cuando siento como mi voz se entrecorta al recordarlo— ha comprado varias cosas junto a Grace.

Paseo mi dedo, delineando su nariz y ella cierra los ojos una vez más.

No tarda mucho en dejar de comer y se queda con los ojos cerraos, me encargo de acomodarla y ponerla bajo el edredón, hoy quiero que duerma aquí, han pasado tres días y ni siquiera he podido contestarle los mensajes y llamadas de los Clark.

Sigo procesando todo lo que paso hace unos días, estuvo estos días llenándome de información sobre el cáncer de próstata y sus tratamientos. Aunque finja que no, realmente se la razón del porque lo hice.

Me acomodo junto a Evelyn y sigo leyendo información sobre la enfermedad, me mantengo sumida en la lectura hasta que escucho como se abre la puerta de mi habitación y no levanto la vista, ya que se de quien se trata.

Ángel.

Sigo leyendo durante el tiempo que a él le toma colocarse el pijama e ir al baño y regresar. Cuando levanta el edredón nota el cuerpo pequeño de Evelyn en su lugar.

Una última vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora