Capítulo XXXV

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Susan

Me pruebo uno de los conjuntos que compre hace unos meses y no los he estrenado y no tengo idea porque los compre o quizá sí, pero trato de no pensar mucho en eso. Me paro frente al espejo y no me desilusiono cuando veo las estrías en mi vientre, son notorias y sobresalen por el color del conjunto.

No me inmuto por ellas, son naturales y parte de mí, el conjunto negro aprieta mis senos haciéndolos ver más grandes. Casi vacío el frasco del perfume sobre mí.

He terminado de cerrar el capítulo con Max, después de estar tanto tiempo con esa carga, por fin pude soltarla. Después de saber que por fin va a obtener justicia por todo lo que le hicieron, que nos hicieron pude soltarme a llorar en mi cama, por primera vez de felicidad.

La justicia era lo último que quedaba pendiente y puedo sentirme más libre y tranquila, donde quiera que Max se encuentre, sé que está descansando en paz, por fin... después de mucho tiempo.

Joseph y Diana me envían una foto de Evelyn comiendo con ellos, Azahara se unió a ellos y parece que sus padres estuvieron de acuerdo con que ella estuviera con mis suegros. No me sorprende que ahora Azahara se esté integrando con más personas, desde que hizo contacto con Evelyn, parece que les agrada estar cerca la una de la otra y estoy agradecida por ello, ya que mis suegros la ven como una nieta más.

Reviso los últimos mensajes que recibí de Ángel diciendo que tiene trabajo, pero se piensa desocupar temprano. Coloco los tacones con tiras largas y es que siempre he tenido una obsesión con ellos y tomo mi bolso antes de salir, sé que está trabajando, y ahora mismo se dónde se encuentra.

Manejo hasta el hotel donde se encuentra el hombre rubio al que vengo a ver, el cielo azul oscuro comienza a aparecer y la fuente de la entrada del Royal se prende con luces doradas, uno de los hombres del hotel me abre la puerta y salgo dejando que se lleven mi auto, murmuro un gracias antes de caminar a la entrada del lugar.

Me siento un poco nervioso, como si fuera una adolescente que se está colando a un motel para tener sexo.

Llego a recepción donde se encuentran las mismas mujeres que estuvieron cuando vine a quedarme con Ángel.

—Buenas tardes —me presento y saludo porque podrán caerme mal, pero no soy mal educada—, voy a subir a la suite del señor Stewart —no me detengo a decir más, lo hago porque necesito notificar a donde voy como todos los huéspedes.

—El señor Stewart no se encuentra —se levanta del asiento la mujer de lentes para detenerme—. No puede subir si el huésped no se encuentra.

—¿No se encuentra? —cuestiono estando segura de que lo está, ya que ha dicho que está trabajando e ir a la empresa es algo que no hace.

—No.

—De igual forma voy a subir —le contesto— tengo mi tarjeta y puedes teclear mi nombre en tu computadora y te darás cuenta de que estoy registrada —doy una sonrisa.

—Le dije que no puede subir, el señor Stewart no se encuentra. Le pido por favor que abandone las instalaciones —me da una sonrisa demasiado falsa y que no se niega en ocultar.

—Te lo voy a repetir porque soy buena persona y dejare pasar tu actitud pesada y la forma en la que me hablas. Tengo mi tarjeta y voy a subir porque estoy registrada como huésped, he sido respetuosa, así que haz tu trabajo y también se respetuosa.

—¿Hay algún problema? —el hombre que intercambio palabras con Ángel aparece en mi campo de visión y recuerdo que se trata de su socio.

—No —contesta la empleada.

Una última vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora