Capítulo XXXIII

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Narrador omnisciente

5 de marzo del 2023

Punto final.

Dublín, Irlanda. Es la capital del país y la ciudad más poblada, lugar turístico donde puedes quedar enamorada de sus calles y arquitectura. Es la ciudad que oculta historias de amor y tragedia. Que cuenta con buenos y malos recuerdos para todos.

En particular de una pareja que fue víctima de una traición por uno de los hombres que trabaja en el bufete por celos, continua su vida como si no hubiera sido participe de ese crimen.

El 2 de marzo en el bufete se presentaba el hombre que quería dispararle a Max Gallagher, se reunió con Adam Murphy, el encargado de la seguridad de los abogados que llevaban el caso y que, sin remordimiento, estaba dispuesto a dar la cabeza a cada uno solo para ascender en el bufete y, por supuesto, por dinero.

Adam se sentía inferior al grupo de abogados, pero se sentía miserable a un lado del gran abogado Max, si bien, él también era abogado, no se le comparaba a ninguno de ahí, estaba celoso de que Max hubiera conseguido ser socio y tener acciones en uno de los mejores bufetes de Irlanda antes que él que llevaba más tiempo trabajando ahí.

Estaba cansado de que Max tuviera una vida que él deseaba, siendo socio del bufete, teniendo una familia que lo adorara e idolatrara.

Así que le entrego al hombre, los nombres de los guardias que estarían cuidando de todos los abogados, pero a la cobra no le importaba acabar con la vida de ellos, serian solo unas muertes más a su expediente, sino que buscaba al hombre que le hizo frente sin dejarse intimidar, el hombre que escondió a la mujer que él había tenido en cautiverio y trato como su esposa, a la mujer que le dio a luz a su hijo.

La cobra necesitaba arrebatarle lo que el mismo le arrebato; su hijo. Así que sabía que tenía que ir primero por él y recuperar su legado.

Una vez el hombre salió del bufete se encargó de borrar evidencia de esa hora, Adam se encargó de eliminar el momento exacto en el que sale con la carpeta y el USB con la información de los abogados, solo le quedaba esperar a que actuaran contra ellos, y el inicio era Max.

Max se había encargado de proteger a la mujer y al niño de tres años, Oliver descubrió que los envió a Canadá en un programa de protección de testigos. En ese momento, la cobra supo que había perdido a su segundo hijo, no había forma de encontrarlos a menos que el abogado hablara. El primero se encontraba bajo custodia por los Paulsen, lo habían desaparecido por completo, como si no hubiera existido, borraron todos los rastros del primogénito Kavanagh.

—¿La hora? —pregunta Oliver en una de las camionetas brindadas.

—Seis de la tarde —le contesta Espen; su hombre de mayor confianza.

Oliver se encontraba siempre en todas las capturas de las Sjöfn card, el lema es: "si quieres que no haya equivocaciones, encárgate tú mismo". Es por eso por lo que siempre todas sus capturas son exitosas, no hay ninguna huella.

—¿Cómo va todo allá adentro? —pregunta desde el auricular a todos los hombres que tiene dentro del lugar.

Se esperaba que fuera un juicio a puerta cerrada, el juez se compró con más de diez millones de euros. Más no era un impedimento para el poder colocar cámaras dentro del lugar.

—Ha sido puesto en libertad condicional —dijeron por el auricular y era momento de actuar—, van por la salida principal, cuatro hombres los rodean, hay tres carros esperando por ellos.

—Entendido —dijo Oliver—, salgan de ahí, es hora de tomar a nuestra presa y llevarla con nosotros.

No necesitaba repetirlo dos veces, Oliver iba tras el hombre no solo porque habían llegado las abogadas con ese caso, sino que era una persona que a largo plazo iba a buscar por culpa de su hijo Rowan, eran la misma mierda, los Kavanagh era algo que tenía que desaparecer por completo y estaba dispuesto a colaborar para que hombres como ellos no sigan entre la sociedad, se encargaría de quitarle al mundo escorias como ellos, personas que no iban a ser extrañadas jamás.

Una última vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora