Capítulo XLIII

906 67 3
                                    

Susan

Detalló el anillo una vez más y siento que lo voy a desgastar de tanto mirarlo. Parezco tonta mirando la piedra de en medio. Es como si cada que lo viera tuviera algo nuevo que no he observado y es que en tres días lo he visto hasta con lupa.

Mi hija parece embelesada al igual que yo, porque suele sostenerme la mano para jugar con el anillo.

—¿Te gusta? —pregunto y ella asiente— a mí también me gusta —le sonrío.

—Bonito —murmura mientras pasea su dedo por la piedra.

Sus pequeños dedos presionan el anillo y me encanta ver la sonrisa que pone. Pega su espalda a mi pecho y se queda quieta, dejando que pueda gozar de este momento con ella.

No tarda en entrar Eric que nos da una sonrisa a ambas, le da un sonoro beso en la mejilla a mi hija haciendo que ella se ría. Luego pasa a mi dejando un beso en mi mejilla.

—¿Cómo han estado? —nos pregunta a ambas.

Dejo que Evelyn entable una pequeña conversación que le pone las mejilla rojas antes de yo hablar.

—Bien ¿Cómo están tus chicas?

—Se encuentran bien, hoy fui excluido de las compras —hace una mueca—. Linda llego ayer en la noche y he sido reemplazado. Estoy a la... —me mira y se queda callado— ¿Algo que decirme?

—¿Estás a la que? —pregunto curiosa— ¿A la espera de un niño que te acompañe cuando no estén tus chicas?

—Puede ser —dice en voz baja y yo trato de ocultar mi sonrisa.

Sé que están en busca de un bebé así que no me sorprende que estén ilusionados ambos, estoy segura de que llegará a su tiempo.

Evelyn se me remueve del regazo y se baja, la dejo irse porque estoy segura de que ira por alguna golosina, suele traerles a los invitados como pretexto para comer ella.

—Por cierto, me alegro de que tu relación con tu familia haya mejorado.

—Gracias.

—Me enteré de que tu papá tiene cáncer ¿Lo estás llevando bien?

Ya que sale mi padre en la conversación no le pregunto por lo que me dijo, porque estoy segura de que Eric y Ángel fueron los que dejaron en claro que me había dado de baja y no cambiado de carrera y sé qué si le pregunto a alguno de los dos, no me lo van a negar, en parte le agradezco que lo haya hecho.

—Sí, bueno al principio me sentí muy mal, pero ahora lo he asimilado.

Es todo lo que voy a decirle, no quiero que se vuelva triste la conversación con la enfermedad de mi papá. Así que para no volver esto en algo sentimental feo, lo cambio por uno sentimental bonito y levanto mi mano mostrándole el anillo que reposa en mi dedo. Bufa cuando lo ve, gira el rostro para ocultar la sonrisa que aun así alcanzo a ver y se ríe.

—Carajo, ¿cuánto tiempo le tomo poner eso ahí?

—Mucho tiempo —digo con una sonrisa. Ambos sabemos cuánto tiempo se tardó.

—Ven aquí.

Me acerco para que me abrace y me felicite por mi futuro matrimonio. Sigo sintiendo la misma emoción, pero intensificada por cien de cuando me case por primera vez. Aparece mi hija que se une al abrazo sin saber de qué es, pero Eric la levanta para que quede a la altura.

—Tu madre se casará de nuevo —le dice—. Increíble ¿No? ¿Qué es eso?

Pregunta cuando mi hija le extiende una paleta de sandia.

Una última vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora