Capítulo IX

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Max

—¿Y todavía preguntas si estoy enojado? ¿En serio? —digo con una risa falsa. Adam me está cansando, siempre hace lo mismo.

—Sabes bien cómo funcionan los casos, Max. Sabías en lo que te metías cuando dijiste que aceptabas.

—Lo acepte, mas no que mi familia estaría involucrada. Tú como el encargado de la seguridad del despacho debes de poner protección, y vengo aquí para que lo hagas, sino dejaré el caso de lado sin importarme.

Sabe que hablo en serio y eso le causaría problemas a él con Mark.

—No puedes hacer eso.

—Pruébame —le digo sin miedo a lo que vaya a hacer.

—Estas exagerando, Max. Ser abogado no es una profesión fácil y lo sabías.

Ignoro su charla.

—Si vuelve a llegar algo a mi casa sin que te revisen o molestan a mi esposa, te juro que sobre tu conciencia se quedará.

—¿Dejaras el caso solo por tu esposa?

—Lo haré —le digo sin pensarlo dos veces— mi familia es más importante.

—Significa que eres una mierda de persona que sabe que hay mujeres que están siendo buscadas y tú eliges solo a una.

Es el comentario más hipócrita e inservible que ha salido de su boca esta semana.

—No estoy eligiendo solo a una —y es verdad, estoy contando a mi hija—, soy alguien egoísta que ve primero por lo que amo y luego mi trabajo.

Se queda callado y sabe que no voy a cambiar de opinión, amo mi trabajo, amo entrar a los juzgados y patearles el trasero a los demás abogados me encanta entrar a los estrados y que sepan que una vez que están enfrentándome no van a ganar.

Pero lo que más amo es llegar a casa y abrazar el vientre redondo de mi esposa, besar el vientre donde Evelyn en respuesta patea a su madre para decirme que está esperándome. Si implica poner en riesgo a mi familia, por supuesto que voy a desistir.

—Es una mierda —habla mi mejor amigo— ¿Esperas a que nos asesinen? Las cajas se fueron como evidencia al igual que las que yo recibí, si vuelve a pasar nos iremos contra ti, Adam.

Se afloja la corbata, y nos mira con enfado, sé que le cortamos el rollo con su secretaria una vez entramos Mason y yo a reclamar por la tercera caja de advertencia que nos enviaron en este mes.

—A menos que quieras que hablemos con Mark.

Mason le hace la advertencia y él se acomoda en su asiento, Mark es un exjuez que ahora tiene un despacho de abogados más prestigiosos en el país junto con otros socios. Y es donde trabajamos, al parecer al único que le tiene miedo.

—No es ético venir amenazarme con dejar el caso cuando son abogados que llevan tiempo en él.

—Es ético no venir a romperte la cara, estamos teniendo paciencia contigo —menciona mi compañero de trabajo.

Él al igual que yo y nuestras dos compañeras han sido amenazadas, quizá estoy siendo paranoico, los cuatro tenemos familia que cuidar, pero me embriaga el miedo de perder aquello que me hace querer seguir luchando hasta el último aliento de mi vida.

Me arrepentiría si algo les llega pasar a ellas.

—Bien —menciona frustrado— contratare seguridad y a alguien que los siga por si algo se presenta.

—A los cuatro —le menciono—, seguridad para los cuatro y nuestras familias, te conozco y eres capaz de solo buscar una persona y fingir que hiciste el trabajo más grande de tu vida.

Una última vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora