Prefacio

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La primera vez que ambos compartieron la misma sala de clases, el profesor Kim llevaba unos anteojos redondos con un delgado marco negro. JungKook, sentado en el fondo de la sala, lo observó con atención y le pareció que el docente se veía bastante serio a pesar de tener unos bonitos ojos almendrados.

Era muy probable que el estudiante llegara a esa conclusión porque, el profesor Kim llevaba su cabello muy ordenado. Peinado de tal forma que su frente quedaba despejada y sus ojos al descubierto, haciendo evidente su expresión severa y hermética. El hombre se veía seguro de sí mismo y arrogante. Igual que todos los profesores que pasaban por su sala de clases, pero a pesar de aquello siguió mirando en detalle al docente, que muy concentrado pasaba la lista de curso recitando nombre por nombre.

El profesor Kim tenía una nariz fina que parecía hecha a la medida para su simétrico rostro y una boca pequeña y esponjosa que resaltaba por lo rojizo y brillante que se veían sus labios cada vez que decía con tranquilidad el nombre de alguno de sus compañeros.

El hombre, evidentemente mayor que él. Aunque JungKook pensaba que con suerte tenía veinticinco años, vestía completamente de negro. Una camisa entallada con los dos primeros botones abiertos y las mangas recogidas con prolijidad le daban un toque formal sin llegar a ser soso y sus pantalones, negros también, parecían diseñados exclusivamente para él. A medida que bajaban por sus caderas, muslos y piernas se iban ajustando, definiendo elegantemente su silueta. 

JungKook no tuvo que mirar mucho más para confirmar que su nuevo profesor de biología era bastante atractivo. Mucho más que cualquiera de los profesores que desfilaban por esa sala de clases y en general por toda la escuela. 

Estaban en el tercer mes de clases, casi finalizando el primer semestre académico y hasta esa fecha ya cuatro profesores habían renunciado.

¿El motivo? Un estudiante; Jeon JungKook. El mismo que analizaba en detalle a su nuevo profesor. 

El joven de tan solo diecisiete años era conocido por su mala conducta. Era en definitiva el dolor de cabeza de todos los docentes de su escuela, aunque decir eso era quedar corto. JungKook estaba más cerca de ser una bomba nuclear, un conjunto de células cancerígenas en etapa de metástasis, el gen mismo de la maldad o la manzana agusanada del grupo. El adolescente era el claro ejemplo de la decadencia de la sociedad actual. 

Pero para la desgracia de todos quienes trabajaban ahí y eran víctimas de su mala conducta. El adolescente era el hijastro de la directora, así que no solo era todo lo anterior, sino que también intocable. No importaba lo que el chico hiciese, ni quienes se vieran afectados o lastimados. JungKook siempre salía libre de pecado. 

Motivo por el cual los docentes asignados exclusivamente a su curso no duraban más de unas semanas. Algunos, los menos y que aun contaban con una increíble vocación docente, se resistían. Soportaban cada una de sus bromas, toleraban los comentarios desagradables, humillantes y ofensivos hasta que alcanzaban su límite. Por más vocación que tuviesen, su dignidad como persona ganaba antes que un cheque fastuoso a fines de cada mes, por lo que al final igual terminaban renunciando. 

Pero tanto su padre como su madrastra se lo advirtieron: "No más desfile de profesores. La escuela no puede darse el lujo de perder su prestigio por tu culpa". 

Esas fueron las primeras palabras de su padre cuando se enteró de que la última docente contratada, renunció después de ser encerrada por horas en la bodega de mantención. El resto de lo que su padre y madrastra dijeron no lo escuchó, porque estaba muy concentrado en armar el cubo Rubik que tomó gentilmente prestado esa misma tarde del bolso de la nerd del curso, hasta que las últimas palabras retumbaron en su cabeza "Si este docente también renuncia y tú eres el culpable, te enviaremos a un internado". En ese momento pensó que daba lo mismo. Internado o escuela, eran la misma mierda estricta para él. 

Misbehavior (JinKookJin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora