3. Siempre hay una primera vez (2/2)

461 83 11
                                    





En un comienzo, cuando ambos se encontraban en el interior de la oficina, el profesor intentó convencer a JungKook con que era mucho más emocionante pasar tiempo con sus amigos e ir a esa reunión que organizaba YuGyeom. No era la forma más sana de celebrar, pero todo adolescente tenía el derecho a perder el control de vez en cuanto, por lo que según el docente disfrutar con sus amigos era mucho más estimulante que pasar esa tarde con él.  

Sin embargo, JungKook pensaba todo lo contrario y después de insistir encantadoramente con pucheros, sonrisas tímidas, ojos de ciervo y aquella frase que decía algo así como:

—Nosotros también podemos hacer algo emocionante y estimulante...

Convenció al profesor de: primero, escapar del colegio por la puerta de trasera un par de horas antes a lo indicado en su contrato recién firmado. Segundo, caminar por la orilla del Río Han hasta que se cansaran y tercero, simplemente dejarse llevar. 

Y en mucho menos tiempo del que previó el profesor, se encontraban caminando tranquilamente por la orilla del Río Han. Ambos conocían ese lugar como la palma de su mano. Era casi tradición nacional visitarlo y recorrer sus caminos. SeokJin había estado antes con alguno de sus amigos o novios y JungKook con sus compañeros del colegio, pero en ese momento —juntos y en otoño—, el Río Han parecía tener un color y aroma muy diferente al de esos antiguos momentos. 

Cuando el cuerpo les avisó que habían caminado suficiente y encontraron un lugar tranquilo; alejado del ruido, de las parejas pegajosas que se demostraban efusivamente su amor y de un grupo de patinadores aficionados, se sentaron. El poco pasto que existía bajo sus cuerpos era amarillo casi quemado y se perdía con facilidad entre la cama de hojas anaranjadas que cubría prácticamente todo el suelo del lugar. Era como estar viviendo en una obra de Claude Monet. 

—¿Por qué no quisiste salir con tus amigos? —preguntó el profesor mientras estiraba las piernas y soltaba un botón de su abrigo. Las hojas bajo su cuerpo crujieron. 

—Porque siempre es lo mismo —respondió el menor—. Bebemos, hablamos incoherencias, jugamos videojuegos y seguimos bebiendo hasta que nos olvidamos de todo. 

—Juegan a ser los chicos malos —el profesor comentó con una sonrisa. 

JungKook asintió y antes de decir algo con el fin de defenderse o de rematar aquella frase, se desconcentró al ver como su amigo profesor soltaba delicadamente la corbata negra que llevaba al cuello, abría dos botones de su camina blanca dejando al descubierto un poco de piel y pasaba las manos por su cabello desarmando su formal peinado de docente. El estudiante al observar atentamente esa transformación de profesor Kim a solo SeokJin, sintió —de la nada— un hondo cosquilleo en su estómago, como si de repente una colonia de hormigas construyera un hormiguero en el medio de su cuerpo y por primera vez tuvo el enorme e inexplicable deseo de llevarse consigo al profesor, para así no separarse nunca más de él. 

—¿Qué hará durante estos días? —quiso saber una vez que las hormigas dejaron de hacer estragos en su estómago. 

—Dormir hasta tarde... —dudó el profesor—. Quizá visité a mi familia o tal vez solo me quedé en casa con JiMin y ¿tú?

—No sé... supongo que también dormiré hasta tarde —contestó dejando caer todo su cuerpo sobre las hojas secas. 

SeokJin imitó la postura de JungKook y ambos sumergidos en ese halo cristalino que los protegía permanecieron con las manos sobre sus pechos mirando el cielo en absoluto silencio. La mayoría de las veces el chico se sentía intranquilo cuando la gente que lo acompañaba no hablaba. Tenía la idea de que el silencio era sinónimo de aburrimiento, de incomodidad. Pero cuando estaba junto al profesor, la confianza entre ellos era tan genuina, que los silencios se tornaban familiares y amenos. 

Misbehavior (JinKookJin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora