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El estómago de Gaeul rugió en cuanto ingresó a la casa de Yunho, acompañada de Mingi, a causa del delicioso aroma que flotaba en el ambiente

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El estómago de Gaeul rugió en cuanto ingresó a la casa de Yunho, acompañada de Mingi, a causa del delicioso aroma que flotaba en el ambiente.

Se escuchaban sonidos de sartenes desde la cocina y, la pelinegra, supuso que se trataba de San, quien debía estar preparando la cena como casi siempre lo hacía.

El fuerte olor de tomate y pasta fueron más notorios cuando se dirigió a la cocina, luego de haber cambiado su calzado. Se asomó por la entrada de la estancia y el muchacho con hoyuelos la saludó con una sonrisa.

—¿Eso es salsa casera? —preguntó, mientras seguía a Choi con la mirada, quien estaba revolviendo una sartén y procurando que no se le quemaran los tomates.

—Sí, ¿te gusta? —alzó la vista por unos breves segundos, haciendo contacto con los ojos de la chica.

—Es mi plato favorito, en especial si la salsa es casera —sonrió—. ¿Yunho está aquí? Mingi me dijo que hoy tampoco no fue a la universidad.

Gaeul percibió que Song se acercaba por detrás de ella y lo observó cuando reposó su cuerpo en la pared que estaba a su costado, cerrando sus ojos, probablemente sintiéndose cansado tras la larga jornada de clases.

La muchacha lo comprendía, no había sido fácil avanzar en el trabajo que aún tenían pendiente y equilibrar con ello las demás asignaturas que estaban cursando.

A pesar de que a ella le encantaba lo que había elegido estudiar, también se había comenzado a sentir decepcionada, dado que creía que iba a ser capaz de rendir más en comparación con la realidad.

No obstante, algo la motivaba de manera exuberante, y se trataba de Yunho.

Cada día esperaba con ansias verlo en la universidad y conversar con él, aunque fuera por un breve momento, pero ese día no había aparecido por ahí, destruyendo en su totalidad las expectativas de Moon y aumentando su preocupación, al no poder comprobar cómo se encontraba después de lo ocurrido en la tarde anterior.

Le había escrito a través de su aplicación cotidiana de mensajería instantánea tras verificar que él también la utilizaba, puesto que tenía un perfil creado, pero no recibió respuesta alguna durante las horas transcurridas.

Puede que Yunho, en realidad, no la utilizara con regularidad o que hubiera estado demasiado ocupado como para contestarle, pero Gaeul creía ciegamente en que, el verdadero motivo, se trataba de que el muchacho de cabello negro y ojos profundos no sentía ningún interés en ella.

No podía evitar sentirse desilusionada, pero quería saber de él de todos modos.

—Está en su dormitorio —notificó Mingi y la espalda de Gaeul se erizó ante su repentina intervención—. Anoche le limpié el desastre que tenía en su habitación, sólo me dijo que quería descansar.

Moon lo observó y el alto comprendió de inmediato lo que deseaba ella, al analizar sus ojos por unos breves segundos.

Suspiró de manera débil y le sonrió, intentando encender la mirada sombría que tuvo la muchacha en el transcurso de aquel día. Había estado así desde que le mencionó que Jeong no asistiría y quería animarla de algún modo.

lucid ; j. yunhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora