Gaeul corría por las calles del centro de Seúl con rapidez, cuidando de no doblarse los tobillos por sus tacones.
Detestaba usarlos, eran totalmente incómodos, pero la ocasión lo ameritaba, por lo que también su vestido formal, ceñido a su cuerpo, la acompañaba durante aquel día, al igual que el abrigo marrón que anteriormente había sido de Yunho.
Miró la hora en su reloj de muñeca y apresuró su paso, al notar que sólo faltaban cinco minutos para que se cumpliera la hora en la cual había sido citada en aquel lujoso restaurante de la ciudad. No obstante, cuando llegó a su destino, los nervios la atacaron de súbito y deseó huir, pensando que aceptar la invitación había sido una completa y total locura.
Algo demasiado precipitado.
No obstante, al ver la figura de Jeong tras el gran ventanal del local, la llenó una paz arremetedora, que eliminó cualquier rastro de duda o inseguridad.
Observó por última vez su reflejo en la puerta del restaurante, acomodando los mechones de su cabello que se habían despeinado a causa de su improvisada carrera, y entró.
Con pasos firmes, se acercó a la mesa en la cual estaba Yunho con los organizadores de la cena, quienes se incorporaron en cuanto la chica llegó. Jeong, quien también se paró, la saludó con un suave beso en su frente y la soltó, permitiéndole que Gaeul se inclinara levemente en forma de saludo.
Gesto que sus padres también hicieron con ella.
Después de cinco años de intensiva terapia familiar e individual, luchas constantes con sus demonios y esforzándose cada día para dejar sus malos hábitos, Yunho había vuelto a ser la persona que era, antes del diagnóstico de Jongho y su eventual muerte, por lo cual ahora, orgulloso de todo lo que había logrado, estaba presentándole a Gaeul a sus progenitores, quienes la observaban encantados y con una sonrisa en sus labios.
Tomaron asiento y, luego de pedir lo que deseaban para comer, decidiéndose finalmente por una barbacoa, comenzó el temido interrogatorio que a Gaeul le ponía los pelos de punta y su corazón acelerado. Para calmarse, recordó los consejos de Mingi y San, quienes le dejaron bastante claro que los Jeong eran unas excelentes personas, pero que habían cometido demasiados errores a causa del gran sufrimiento que sentían.
—¿Cómo es que recién nos conocemos? Eres una chica preciosa, no sabes lo encantada que estoy de finalmente ponerle rostro a la Gaeul que siempre nos mencionaba la señorita Im —dijo contenta Minseo.
Gaeul observó a Yunho, quien con una sonrisa cómplice, comprendió que le estaba pidiendo ayuda a gritos porque su ansiedad la estaba atacando hasta el punto de dejarla sin palabras.
—No habíamos encontrado la oportunidad, con todas las exposiciones que está llevando a cabo, no tiene demasiado tiempo libre —explicó, lo cual era verdad.
Luego de haber terminado la universidad, Gaeul comenzó a trabajar exclusivamente en desarrollarse como artista, asistiendo a distintas conferencias, aprendiendo de otras personas, encontrando su propia técnica que la hiciera sentir cómoda y satisfecha, hallando en las acuarelas su eterno refugio, el cual ya conocía desde hace años, pero que había pulido con mucho esfuerzo y dedicación.
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lucid ; j. yunho
Fiksi PenggemarCuando crees tenerlo todo, la vida se encarga de arruinarlo. Gaeul en su primer año de universidad, conoce a Jeong Yunho, quien la atrae desde el primer instante en que lo ve, con su aura misteriosa y oscura. No obstante, la joven no es consciente d...