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El reloj marcaba las seis de la mañana, pero para Jeong la noche apenas comenzaba

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El reloj marcaba las seis de la mañana, pero para Jeong la noche apenas comenzaba. Estaba embriagado por una corriente eléctrica que atravesaba su cuerpo, imposible de contener.

Tras una larga medicación de hidrocodona, Jeong había conseguido lidiar con el hecho de dormir, no obstante, ahora parecía que algo en su cerebro se había activado para dejarlo totalmente energizado, cuando ni siquiera había dormido cinco horas.

Cuando dejó a Gaeul en la cama, cada rincón de su habitación se apreciaba como una oportunidad para cambiar, mejorar y crear algo nuevo.

Sus pinceles con los acrílicos estaban allí, esperándolo.

Tal vez era el día para pintar esa obra maestra que tenía en mente, la cual siempre había deseado plasmar, la que lo convertiría en el artista más famoso y aclamado del universo.

Se dirigió a su armario, en donde abrió todos los cajones con cuidado de no dañar el vendaje que le había hecho San en su antebrazo, buscando... algo. Yunho no sabía exactamente qué, pero estaba seguro de que lo encontraría.

La ansiedad comenzaba a mezclarse con su euforia, causando que su respiración se acelerara. Era incapaz de concentrarse en una sola cosa, su mente era un tornado de ideas, todas totalmente brillantes, todas urgentes.

De pronto, una nueva idea lo asaltó: ¿por qué no abría su computadora portátil y compraba esos pasajes a Grecia que siempre había deseado? El dinero no era un problema, después de todo, tenía bastante y pronto sería un artista famoso a quien todos admirarían.

Mientras tanto, Gaeul seguía durmiendo plácidamente, ajena a todo lo que él estaba decidiendo hacer, pero no le importaba, ¿por qué necesitaría que Moon aprobara sus decisiones cuando tenía por delante todo un universo que conquistar?

No obstante, de la nada, un pequeño inconveniente lo irritó.

Los pasajes no estaban al mismo valor que hace dos años atrás, cuando con Mingi estaba pensando en qué hacer para sus vacaciones y viajar a ese destino se les había hecho atractivo.

Arrojó el portátil al suelo, el cual por la fuerza del impacto, no tardó en romperse, despertando a Gaeul de manera abrupta, asustada, quien solo quería seguir durmiendo, pero ya era imposible.

—¿Qué demonios estás haciendo? —masculló, intentando no sonar tan dura.

—Nos iremos de viaje, ahora mismo, a Grecia.

Aquello bastó para alarmar a Gaeul.

Necesitaba ver el rostro de Yunho para corroborar su creencia de que el muchacho ya había comenzado su ciclo de manía.

—No podemos hacer eso, para viajar se necesita dinero y tiempo —enfatizó Gaeul, buscando tranquilizar a Jeong de alguna manera.

La pelinegra salió de la cama, un poco malhumorada por no poder seguir durmiendo, y se acercó a donde Yunho se encontraba con pasos decididos. Había visto ese comportamiento antes, pero aquello no significaba que dejaba de asustarla.

Le acarició el cabello con una de sus manos y eso ocasionó que el joven la mirara, encontrando un punto de conexión en medio de la tormenta.

Su rostro irradiaba energía y su mirada estaba inyectada con una mezcla de euforia y molestia, como si las ojeras que tenía bajo sus ojos no contradijeran lo que ella observaba.

Yunho estaba completamente eufórico y con la percepción de que tenía el mundo en la palma de su mano.

—Tengo dinero, pero tiempo no, ¿o es que no quieres estar conmigo? —dijo, con un tono desafiante—. ¿No ves que es una de las mejores ideas que se me han ocurrido?

—Me encanta estar contigo e irnos de viaje se escucha como un excelente plan, pero debes descansar e intentar ir a clases hoy.

—Pero ir a la universidad no es divertido —reclamó, como si fuera un niño al cual no le pueden cumplir su capricho—. Tengo muchas cosas que hacer y muy poco tiempo, Gaeul.

La chica se ubicó frente a él, para estar más cerca y poder analizarlo con mayor claridad.

No logró evitar perderse por unos breves segundos en los ojos del chico, algo tenían esos orbes que podían llevarla al paraíso sin esfuerzo alguno y la euforia de Yunho se tambaleó ligeramente.

Con sutileza, Moon le tomó las manos y las acunó entre las de ella, dándoles calor, ya que se encontraban demasiado frías al ser aún horas de la madrugada, en donde apenas se vislumbraba el sol entre las nubes.

—Entiendo que todo es urgente —dijo Gaeul, en medio del caos—. Pero a veces es importante parar y respirar, ¿no crees? Yo estoy aquí contigo, así que vamos a volver a la cama.

Yunho vaciló y su cuerpo tembló en una mezcla de emoción y agotamiento, su respiración no parecía lograr regularizarse. Finalmente, accedió a la petición de Gaeul y la siguió hasta su cama, en donde volvieron a recostarse juntos.

La muchacha lo atrajo hacia su pecho, abrazándolo. Acarició su cabello con movimientos circulares y aquello logró comenzar a tranquilizar a Yunho, rendido por el sueño que se estaba escondiendo detrás de sus pensamientos apresurados.

A medida que pasaban los minutos, el ritmo de la respiración de Yunho se sincronizó con la de Gaeul y la tensión de sus hombros se alivianó, a pesar de que la confusión y los deseos de cumplir todas sus tareas importantes seguían presentes en su cuerpo.

—Sólo respira, despacio —pidió con ternura, contrarrestando la tensión del momento—. Estoy aquí Yun, no estás solo.

El deseo de dormir y la manía de Jeong comenzaban a bailar en conjunto, dejando a su paso sentimientos de vulnerabilidad y necesidad. Gaeul lo sostuvo entre sus brazos, manteniéndolo cerca mientras el mundo a su alrededor retornaba a su ritmo natural.

Moon sabía que la tormenta no había terminado, pero en ese momento, el hecho de que Yunho pudiera descansar, aunque fuera solo por un momento, era una pequeña victoria.

Gaeul, lentamente, también volvió a rendirse ante su agotamiento, tanto físico como mental, deseando que la alarma que le avisaba que era momento de alistarse para asistir a la universidad no sonara en muchas horas más.

El cuerpo de Yunho finalmente cedió al cansancio, mientras Gaeul lo seguía aferrando entre sus brazos, con la esperanza de encontrar estabilidad en medio del caos, aunque fuera por unos cortos minutos.

El cuerpo de Yunho finalmente cedió al cansancio, mientras Gaeul lo seguía aferrando entre sus brazos, con la esperanza de encontrar estabilidad en medio del caos, aunque fuera por unos cortos minutos

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Borrador: 09/08/2024

Corrección: 21/08/2024

Total de palabras: 1.029

lucid ; j. yunhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora