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Yunho estaba sentado en el borde de su cama, con la mirada completamente perdida en algún lugar del espacio

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Yunho estaba sentado en el borde de su cama, con la mirada completamente perdida en algún lugar del espacio.

El sol intentaba colarse a través de sus cortinas, no obstante, su habitación permanecía en penumbra, protegiéndolo del exterior.

La energía que hace unos días lo había llenado de explosión y facilidad para cumplir con varias tareas a la vez y para conocer sus sentimientos hacia Gaeul, se había esfumado por completo, como si su personalidad hubiera sido reemplazada por la de otra persona.

La pesadez física y mental que lo estaba consumiendo lograba que, incluso, levantarse de la cama le pareciera una tarea muy difícil de realizar.

Observó su móvil y la pantalla se iluminó con un mensaje de Gaeul, el cual logró divisar. Suspiró tras leer el corto texto de «estoy abajo, si necesitas algo me dices», sintiéndose culpable por todo y la mayor escoria de la humanidad, recordando todas las cosas que estaba ignorando; a las personas a las cuales estaba ignorando.

Con el simple hecho de pensar en hablar con Gaeul se le revolvía el estómago, visualizándose como algo imposible de hacer, a pesar de que era algo que se le daba con gran facilidad, porque ella hacía que todo fluyera con espontaneidad.

Jeong era consciente de que Moon estaba preocupada por él, la había escuchado durante la mañana tras su puerta, avisándole que el desayuno ya se encontraba listo para que se acercara a la cocina para comer, pero incluso pensar en masticar algún alimento se le presentaba como una tarea compleja de realizar, siendo incapaz de responder a su llamado.

Estaba demasiado cansado, incluso para seguir viviendo.

Sus constantes emociones que eran tan impredecibles como una montaña rusa lo estaban agotando y no sabía si sería capaz de sobrellevar otro período de manía.

Cuando los atravesaba, en el momento se sentía totalmente energizado, pero después el cansancio lo golpeaba sin compasión, hundiéndolo nuevamente en su desesperación.

¿Qué pasaría si decidía, finalmente, reunirse con Jongho como tantas veces había deseado?

Probablemente su sufrimiento terminaría, pero era consciente de que Gaeul y sus amigos no serían capaces de perdonarlo. No obstante, con movimientos casi automáticos, se levantó del colchón, motivándose de súbito a rebuscar en su armario su fiel cuchilla de afeitar, que lo había acompañado durante tantos años y en múltiples episodios de desesperanza.

Aunque estaba siendo guiado por la oscuridad de su alma y, también, por su necesidad de apaciguar sus pensamientos que le recordaban constantemente que no servía para nada y que jamás lograría algo en la vida, se sentía culpable, ya que sabía que estaba traicionando la confianza que Gaeul había depositado en él.

Pero aquello, en realidad, poco le importaba, porque no era bueno para ella y su entorno definitivamente estaría mejor con su ausencia. Se preocuparían menos por él y Gaeul podría continuar con su vida, justo como era antes de que él se la arruinara por completo.

lucid ; j. yunhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora