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Se le hacía difícil mantenerse quieto cuando su cuerpo estaba quemándose como en el purgatorio, sin piedad alguna, sudando con desesperación

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Se le hacía difícil mantenerse quieto cuando su cuerpo estaba quemándose como en el purgatorio, sin piedad alguna, sudando con desesperación.

Abrió sus ojos con desgano, quería seguir durmiendo, pero definitivamente ya no podía.

Probablemente los efectos de los medicamentos ya se estaban extinguiendo de su organismo y deseó con desesperación volver a sentirse noqueado y con el razonamiento nublado. Pero no quería fallarle a Gaeul ni a sus amigos, que estaban creyendo ciegamente que saldría de su consumo.

Bufó molesto, ya se estaba sintiendo irritado, pero unos besos de Gaeul bastarían para calmarlo.

Llevó su mano hacia el lugar donde estaba la chica en su cama, pero se sentó de inmediato cuando no la sintió bajo su tacto, percibiendo sólo la tela de las sábanas contra sus dedos.

La habitación estaba oscura y como un felino cazando a su presa, comenzó a observar cada rincón del lugar, pero era imposible encontrar a Gaeul.

¿Finalmente estaba ocurriendo? ¿Ella siempre había sido una ilusión y ahora con los fármacos había desaparecido por completo de su lado?

Se incorporó descalzo y salió de su dormitorio, encontrándose sólo con la penumbra a su alrededor, que amenazaba con devorarlo si no regresaba a su cama.

No escuchó voces y tampoco luces, por lo que con el corazón en su boca retrocedió de inmediato, ingresando nuevamente a la habitación, absorbido por el miedo y el terror que se apoderó de su cuerpo en tan solo unos minutos.

No quería perder a Gaeul.

Se quedó quieto, intentando respirar de manera normal otra vez, ya que sus pulmones se sentían apretados, como si no quisieran recibir oxígeno. Llevó una de sus manos a su frente y se angustió al sentirla completamente sudada.

A su alrededor, luces moradas comenzaron a deslizarse por su cuerpo y con pavor buscó el origen de ellas, creyendo que quizás Gaeul sólo le estaba haciendo una broma.

No obstante, a cada ángulo que observaba, no se encontraba con absolutamente nada. Su habitación estaba completamente vacía y no había ningún rastro de Moon en ella.

Las paredes no tardaron en moverse a su alrededor y Yunho sólo fue capaz de agazaparse, abrazando sus piernas, buscándole algún sentido a todo lo que estaba ocurriendo a su alrededor.

La risa de Gaeul llegó hasta sus oídos como una suave melodía y logró contenerle el llanto. Estaba cerca, a pesar de que Jeong no tenía idea de dónde se encontraba la chica.

El baño.

Quizá había estado ahí durante todo el tiempo.

Se acercó a tomar el picaporte de la puerta con decisión, pero cuando la abrió, sólo se encontró con múltiples frascos de hidrocodona sobre las baldosas, absolutamente vacíos, además de varias jeringas utilizadas.

lucid ; j. yunhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora