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Con el paso de los días, Yunho descubrió que los efectos secundarios del litio y de la abstinencia estaban disminuyendo considerablemente, lo que le causaba un gran sentimiento de satisfacción en su interior, a raíz de la gran motivación que le pr...

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Con el paso de los días, Yunho descubrió que los efectos secundarios del litio y de la abstinencia estaban disminuyendo considerablemente, lo que le causaba un gran sentimiento de satisfacción en su interior, a raíz de la gran motivación que le producía ser consciente de su realidad, sin sentirse triste por ello.

Gaeul, después de cinco meses acompañándolo en el arduo trabajo de dejar los opioides y estabilizar su mente, había podido salir de aquella casa que, de cierto modo, la había mantenido como rehén dentro de sus puertas, imposibilitada por completo a salir y dejar a Jeong solo.

Gracias a la continua mejora de Yunho, Moon había acceder a la petición del muchacho, de que estuviera con su hermana, aunque sea durante unas pocas horas, ya que era consciente de que, por su anterior estado ella, había dejado de lado prácticamente toda su vida, incluyendo a Haneul; su alma gemela.

Después de que ella con dificultad se fuera de su lado, prometiéndole que todo estaría bien con su ausencia, se concentró en realizar tareas pendientes que tenía desde siempre, las cuales recordaba vagamente cuando se le pasaba el efecto de las drogas, para después lograr que desaparecieran nuevamente al aspirar.

Estuvo un momento tirado en su cama, mirando el techo, como si no hubiera decidido pausar sus estudios el día de ayer, después de una larga y seria conversación con Mingi y Gaeul.

Al final, la mejor opción era retomarlos el siguiente año, con la mente despejada y con sus objetivos claros, dedicándole el tiempo que corresponde a lo que le apasionaba tanto.

Luego de tanto esfuerzo, Yunho por fin era capaz de recordar a la perfección el cuadro que vio en el museo de arte de Gwangju, el cual cautivó su alma en su plenitud, prometiéndose a sí mismo que su gran meta de la vida sería lograr transmitir a las demás personas lo que aquella obra le causó a él.

Pero, cuando decidió comenzar a ordenar los cajones de su armario, para organizar sus innumerables trabajos, sólo se encontró con pinturas hechas por él que le transmitían miedo, pánico y confusión.

Las tonalidades moradas, azules y negras sólo le daban a entender que el autor estaba hundido en una profunda soledad fría, que no lo dejaba escapar.

Y aquello no era lo que una vez se prometió a sí mismo transmitir en sus creaciones.

A pesar del malestar que se anidó en su estómago, con cuidado comenzó a ordenar las hojas de textura áspera, procurando que no se dañaran o se arrugaran. Al fin y al cabo, aquellas obras eran parte de él, una atisbo de su esencia, y no podía escapar de eso, como tampoco de lo que vivió durante tantos años.

Esa parte de él lo había transformado en quien era actualmente y no se sentía capaz de juzgarla.

Cuando sus dedos tomaron un retrato femenino, no logró ahogar su sorpresa, ya que no recordaba en lo absoluto en qué momento lo hizo.

lucid ; j. yunhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora