CAPÍTULO 34

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Deva Burton.

Ha pasado un tiempo desde que estoy aquí. Y mi vida ha sido un infierno desde entonces.

No sé cuanto tiempo llevo aquí, lo único que sé es que estoy sufriendo. Mis cuerdas vocales se desgarran por tanto gritar y no dejo de sollozar.

Mi pómulo izquierdo palpita con fuerza y el dolor es casi insoportable, mi garganta arde mucho y la ansiedad empieza a acabar con las pocas neuronas que me quedan.

Escucho la cerradura de la puerta siendo desbloqueada y mi atención se posa en la persona que entra, y es Alessandro.

—Alessandro por favor, necesito más —mascullo entrando en crisis.

Lo veo sonreír con suficiencia. «sabe que me tiene en la palma de su mano».

Se acerca a mí y me suelta una fuerte bofetada. El impacto voltea mi cara y sigo llorando.

—ibas a traicionarme... —comienza y yo muerdo mi labio inferior— ¡mírame a los ojos cuando te hablo! —me grita y me estremezco.

Volteo a verlo y sus ojos están llenos de decepción y enojo.

—no llegué a hacerlo —es lo único que digo, y recibo otra bofetada.

—perra descarada —increpa y yo intento sostenerle la mirada— tienes suerte de que te ame, y no te esté inyectando ácido. Prefiero que te vuelvas una maldita viciosa.

Mantengo mi boca cerrada y bajo la mirada. Noto un bulto en el bolsillo de su pantalón, del que sobresale el émbolo de una jeringa.

—¡Alessandro te lo ruego! —chillo desesperada.

Él sonríe y toma la jeringa, la acerca a mi cuello. Me acaricia con el objeto y jadeo.

—si no te pudres con el ácido, te pudrirás en adicciones —susurra en mi oído y siento un piquete en el cuello.

Mi vista se pone borrosa y las miles de sensaciones albergan mi cuerpo. «esto es lo mejor del mundo». Arqueo la espalda y mi corazón comienza a palpitar con fuerza.

Cierro mis ojos y siento paz absoluta.

—Kalinka vendrá a hacerte compañía —informa Alessandro y me desoriento por completo al intentar protestar.

—no, por favor no —apenas logro decir— ella me maltrata —mi lengua se enreda y Alessandro frunce el entrecejo.

—shh, no sabes lo que dices.

Veo como se aleja de mí y mis lágrimas se vuelven más gruesas.

—Alessandro...

—calla, pronto viajaremos a Italia. Haremos nuestra boda en mi país natal, te verás hermosa con tu vestido —musita y mis ojos casi se salen de sus órbitas.

¿Casarme? ¿Casarnos? Maldición.

—¿Casarnos? —pregunto.

—deseo estar contigo día y noche, amore mio. Finché morte non ci separi. —concluye y se escucha el eco de la puerta cerrándose.

finché morte non ci separi: hasta que la muerte nos separe.

Sollozo y mi pecho duele como el infierno. Me encojo en una esquina y abrazo mis piernas.

—quiero salir de aquí —digo como si alguien pudiera escucharme. Que estúpida soy.

Escucho de nuevo la cerradura de la puerta siendo forzada y elevo la mirada, sabiendo quien es el ser demoníaco que entrará en pocos segundos.

Sentencia Placentera [Sentencia De Pecados #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora