15; Campo de minas.

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—Aquí tienes —Sonreí y deposité el pequeño ramo sobre el césped—

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—Aquí tienes —Sonreí y deposité el pequeño ramo sobre el césped—. Lirios, como te lo prometí.

Tomé asiento, quitándome el pañuelo del bolsillo de mi saco negro para utilizarlo sobre su fotografía. También lo deslicé en círculos sobre el pequeño cuadro que contenía otra imagen suya sobre la nieve, regocijante y contenta por haberla conocido. Estaba sobre la nieve, sus brazos y piernas extendidos para formar un ángel... Pensé que realmente ella también se veía como uno, aunque no tuviera ningún conocimiento sobre cómo era el aspecto real de un ángel.

—Jihyo-ah, tengo algo que confesarte —Mi sonrisa se mantuvo y continué quitando la suciedad lo más que podía, aunque la visitaba tan seguido últimamente que su placa brillaba—. Me voy del país. Por un lapso corto de tiempo, claro —Hice una pausa, desviando mi atención hacia unas flores depositadas sobre el epitafio de su madre. Papá las había traído, no tenía ninguna duda de eso, en más de una ocasión lo atrapé hablándole a la fotografía de Hyekyo—. ¿Recuerdas todas aquellas veces donde hablé sobre mi deseo? Bueno... se cumplió. Trabajaré en Italia, mi vuelo es mañana por la mañana.

El viento sopló con fuerza, pero eso no fue impedimento para que la mariposa, que repentinamente se había depositado sobre mi hombro izquierdo, se fuera espantada por ello. Al contrario, aleteaba con calma, como si no tuviera miedo a nada en particular, viéndose tan libre y tranquila. Y lo tomé como una señal de algo positivo.

Recorrí el sitio con mi mirada, pensando que encontraría alguna otra señal más, pero sólo encontré un par de flores. Mi primera reacción fue pronunciar en un susurro «¿Qué rayos?» antes de fruncir mis pobladas cejas negras y ladear el rostro, para ese entonces la mariposa comenzó a volar y se alejó hacia unos arbustos que había cerca del lugar donde me encontraba.

Fui detallando las flores contiguas a las mías, preguntándome quién las había traído porque aún tenían un aspecto fresco. Aunque todo tuvo sentido cuando encontré una nota pegada con cinta adhesiva transparente sobre la esquina de la placa de mi hermana menor, y fue tan perturbador para mi poder identificar tan fácilmente la caligrafía de Jimin que mis mejillas comenzaron a calentarse a causa de un sonrojo y me regañé a mí mismo, haciendo el esfuerzo por desaparecer lo rojo en mis pómulos.

Eran margaritas.

Tan característico de Park Jimin.

«Jihyo-ssi, donde sea que estés, espero que continúes bebiendo soju y contando historias grandiosas. Te extraño. Tu compañero de bebidas y telenovelas, Jiminnie.» Leí en silencio e inconsciente la comisura de mi labio se elevó hacia arriba.

Entonces... lo recordé.

El campamento en Gapyyeong. Cuando Jimin fue a visitarme, en medio de la bruma de incomodidad y sorpresa, él me preguntó sobre la ubicación de Jihyo y le respondí que aún continuaba junto a su madre. Luego se largó del complejo y yo lo olvidé durante semanas, y en lugar de haberme avergonzado por esa tontería, me llenó de alegría y satisfacción saber que él la visitaba tanto que liberé una risa corta y me coloqué de pie.

The Way I Loved You | YoonMin (Serie Only, 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora