[ 𝐒𝐄𝐆𝐔𝐍𝐃𝐎 𝐋𝐈𝐁𝐑𝐎 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐒𝐀𝐆𝐀 '𝐎𝐍𝐋𝐘' ]
«La forma en que te amé.»
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Él era un alma sensible, un ser increíble engullido en el romanticismo más profundo. Como un príncipe con armadura, Hyungsik irradiaba encanto y simpatía, p...
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Kim Taehyung siempre fue un hombre sincero con los demás, pero jamás lo fue consigo mismo, salvo en ese momento tan importante de su vida cuando descubrió que sus sentimientos por Jungkook eran demasiado fuertes y obvios frente a los demás. Y a medida que el camino de una relación se fue abriendo para ambos, él comenzó a comprender sobre muchas cosas respecto de Jungkook y, como no, de sí mismo. Desde el inicio supo que sus padres no aceptarían al pelinegro ni siquiera en sus peores estados de ebriedad porque la idea de tener un hijo homosexual tampoco sería aceptable para ellos.
Le gustaría admitir que tenía unos padres geniales, comprensivos, amables y educados como lo eran sus suegros, pero eso sería mentir descaradamente.
Para él era triste tener que aceptar que la mayor parte de los recuerdos almacenados en su mente eran en las diferentes etapas de su vida en la vieja casa de sus abuelos granjeros; sus padres apenas aparecían en memorias donde persistía las injusticias, los maltratos psicológicos, sus malestares emocionales siendo un adolescente de quince años que observaba su ropa “extravagante” ser tirada a la basura a manos de su padre, cuya autoridad le hacía experimentar tanto miedo que no objetaba al ser obligado por él a vestir con un traje aburrido de camisa lisa blanca, un saco y pantalón, complementados con zapatos y corbata de color negro para cumplir con una visita a la empresa de su familia o para las citas a ciegas que su madre le programaba constantemente con el objetivo de que se casara con alguien de buena posición social y económica... Así como él.
Taehyung era gay, homosexual, un hijo más de mamá Lady Gaga, como quisieras verlo. Sin embargo, era su mejor secreto guardado para con su retrógrada familia. Aún así tenía muy claro que algunos miembros lo sospechaban, para otros era un murmullo, y otros posiblemente ya lo daban por hecho porque su aspecto nunca cumplió con el estándar. Nunca fue un muchacho que le gustara mostrar los músculos, gruñir, o lo que fuera que definiera a un hombre. Al contrario, Taehyung poseía facciones delicadas y finas, una piel acaramelada que su novio besaba cada noche antes de dormir; y disfrutaba muchísimo los desfiles de moda parisino, incluso llegó a imitarlos en la desolación de su cuarto.
Cuando sus hermanos mellizos nacieron y ambos tuvieron la edad suficiente para entender de la moda extravagante que tanto le fascinaba al mayor, Taehyung se encargó de enseñarle sobre ese hobbie que mantenía para sí mismo y ambos, en especial su hermana, lo acompañaron en cada desfile de moda que realizaba en su habitación. Así se divertía mientras vivía una temporada corta en la casa de sus padres; la vida a veces le resultaba menos pesada y dura en compañía de ellos.
Aunque en la actualidad el contacto con sus hermanos fuera más recurrente, nunca oyó de estos un “hermano mayor” sino más bien un doloroso y frío “tío Taehyung”. Jamás se lamentó tanto de haberse puesto por encima de todo lo demás para cuidar su deteriorada salud mental en la granja de sus abuelos como aquel día que su hermano lo llamó de esa manera tras no haberlo visto por un año y medio. Desde ahí, su relación con los mellizos fue escasamente un simple “Hola” y “Adiós, cuídate”.
