17; Abrazos que curan el alma.

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SEGUNDO ARCO

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SEGUNDO ARCO.

El primer día, Yoongi le escribió por la mañana a DongHae para informarle que estaba tocando suelo europeo. La misma tarde, imitó ese mismo accionar con Jin, bromeando un poco con él al decirle que pronto solicitaría la ciudadanía para convertirse en un italiano más —algo totalmente imposible— y sólo le bastó esperar dos minutos para recibir una respuesta que ofendía su persona y también donde su hyung le dejaba en claro que regresaría a su país de nacimiento así no lo quisiera o, de no seguir su orden, leería en la noticias el título: “Coreano guapo se aventó al río Han por la madruga tras haberse enterado que su hijo postizo no regresaría al país.”

Su padre era todo un dramático, más no lo consideraba una molestia para ese entonces porque su objetivo estaba claro, sus metas en ese salón de enseñanza eran muy altas, y su ligero egocentrismo —que se esfumó varios años antes— comenzó a florecer en su cuerpo. ¿Pero cómo no sentirse de esa manera? ¡Yoongi fue escogido como maestro en ese programa entre tantos que eran igual de hábiles que él! La competencia seguramente había sido dura, aún así, los demás no pasaron y él sí.

El segundo día comenzó su labor. Afortunadamente fue recibido con ansias y entusiasmo, incluso por los residentes que tendría a su cargo durante un par de semanas, y podía comunicarse con fluidez a pesar de haber pensado que no podría hacerlo porque los nervios lo comían vivo mientras ingresaba por esas gigantescas puertas corredizas.

Sin embargo, el tercer y cuarto día fueron un poco diferentes. Su padre —el biológico— no tenía buenas noticias sobre el estado de salud de su madre y, como Yoongi no estaba allí para verificar que nada haya sido pasado por alto, la preocupación fue inminente. Aunque Jisoo estuviera haciéndose cargo de enviar medicamentos a Daegu, de traerla a Wooridul para continuar con los estudios de seguimiento, para él no era lo mismo. Confiaba, nunca diría lo contrario, aún así necesitaba mantenerlo bajo su control sin perder ni un solo detalle.

De manera que no estaba demasiado cómodo. Empezó a obligarse a apagar su teléfono o colocar la opción de «No molestar» por un par de horas para mantener su cabeza y mente ocupadas en lo que lo había traído a ese lugar: enseñar a futuros neurólogos a ser —preferentemente— perfectos. En varias ocasiones lograba funcionar, él daba sus clases, operaba, perdía la noción del tiempo y cuando llegaba a su habitación de hotel sólo se echaba una larga siesta hasta el día siguiente; en cambio, las demás veces, que ni siquiera podía decir que eran pocas, cogía su teléfono y lo encendía con la esperanza de encontrar un mensaje que le asegurara que todo estaba bien.

Más allá del enorme rencor que tenía, en el instante en el que su padre le informó que JooHee se sentía un poco más enferma esos últimos días y que además de eso se perdía durante horas entre sus escasos recuerdos, la culpa y el arrepentimiento se le acentuaban en el pecho a su vez acompañado de la calidez mutua que fue producto del consuelo de un hijo hacia una madre que no estaba bien, que estaba asustada por su diagnóstico y que necesitaba lo que Yoongi en ese momento le dio casi sin pensarlo: Un abrazo de esos que te llenan el alma y borran tus cicatrices.

The Way I Loved You | YoonMin (Serie Only, 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora