Capítulo 1:

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Capítulo 1: Los tres.

Nico Robin.

Mamá siempre había sido mi mejor amiga, siempre habíamos sido nosotras contra el mundo desde que papá nos abandonó, ella se había encargado de criarme y darme todo lo posible desde que él se había ido, cuando yo tenía ocho años aproximadamente.

Se había ido con otra, nos había abandonado por irse con otra mujer y tener otros hijos, hijos que sí quería, que cuidaba y de quienes procuraba su bienestar.

Papá había preferido a otros hijos que a mí, su primer hija, a quien había dicho mil veces que amaba y que jamás dejaría sola, hasta que lo hizo.

Justo por eso mamá se encargo en todo momento de hacerme ver mi valor como persona y como mujer, se encargo en todo momento de forjarme un carácter fuerte e independiente, jamás me había negado algo, me había dejado vivir una vida bastante liberal.

Hasta que se casó hace dos años.

Mamá se había casado con el hombre más soso, aburrido y neurótico posible, un hombre que no podía verme usar una falda por que ya le entraba un ataque de nervios de pensar que podrían secuestrarme.

Y había transformado a mamá.

Mi mamá era una mujer bellísima e inteligente, muy joven le habían comenzado a salir algunas canas, por lo que ella había decidido teñirse por completo de gris, dándole un toque bastante interesante a decir verdad, tenía ojos azules y su piel era morena clara, le daba un toque perfecto la de colores de su piel, su cabello y sus ojos.

También era divertida, siempre me había animado mucho a hacer las cosas con miedo, me había enseñado a no tener miedo a las nuevas experiencias, a intentar de todo y jamás huir de los problemas, o bueno, eso me había enseñado hasta que se casó y me dejó de permitir muchas cosas.

Habia comenzado a seleccionar a mis amistades, a cuidar mis pasos, exigir calificaciones y me había hecho cortar muchas relaciones amistosas y amorosas por los miedos que su marido había metido a su cabeza de alguna forma u otra.

Yo jamás había tenido un novio oficial, pero mi padrastro se encargaba de ahuyentar a cualquier joven que se acercara a mi con intenciones románticas.

Era bastante molesto que hiciera eso, pero podía entender un poco la mente de ese hombre ya que había tenido un par de hijos que tendrían mi edad si no fuera por que habían fallecido, seguro que mi madre me había contado de que habían fallecido pero justo ahora no lo recordaba.

La enorme ventaja de la situación era que podía ir y venir libremente de la preparatoria por que mi padrastro había alegado que yo no debería tener un vehículo hasta la mayoría de edad, así que, aunque fuera caminando, pero podía estar esos quince minutos tranquila disfrutando del día y de mis pensamientos.

Sin dejar de lado que a veces se unía a mis caminatas mi mejor amiga, Nami.

Ella era sumamente bella, su aspecto era delicado como el de una muñeca, con sus enormes ojos color miel y su cabello color zanahoria ondulado junto a su piel blanca con una nariz pequeña y respingada, solía bromear mucho con ella diciéndole que era una hermana perdida de Ron Weasley de Harry Potter, que por cierto la había obligado a ver conmigo todas las películas para hacerla entender el chiste.

Y claro que se había enamorado de Harry, el protagonista, por lo que ahora en broma solían decirle Ginny en algunas ocasiones, sobretodo cuando estaba cerca de cierto amigo suyo con una cicatriz en el rostro que asemejaba a Harry Potter.

Yo era un poco más común que ella hablando físicamente, con el cabello negro lacio que caía por debajo de mis hombros en una línea recta, con la piel pálida y el único atributo exótico en mi, los ojos azules que mamá me había heredado y que todo mundo le encantaba halagar.

Los Rumores Del Trío MonstruosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora