By Bill
*Dios, Dios, Dios, Dios*
*Mierda ,mierda, mierda, mierda*
Era todo lo que pensé en ese momento.
Por lo general ,yo era demaciado coqueto y provocador, nada serio.
Ocupaba algo y lo único que tenía que hacer era mostrar una linda sonrisa, verme tierno y el mundo estaría a mis pies.
Las mujeres eran tan complicadas como lo era yo, no necesitaba lidiar con una copia barata de mi, y los hombres eran todos unos idiotas.
Solo calentaba, me divertía, conseguía lo que quería y los desechaba.
Mi estándar en una persona, era que fuera alto, guapo, bronceado, Moreno, detallista, romántico y tener un gran amigo entre las piernas.
La inteligencia era lo de menos, sabía que jamás encontraría a alguien más inteligente que yo.
Pero este chico... Lo tenía todo, el podría decirme que saltara de un barranco directo a sus brazos y no duraría un segundo en hacerlo sin paracaídas e incluso desnudo.
*Con el perderé mi virginidad*
Eso me lo jure a mi mismo.
El chico entró ala Oficina y se s.entó en la silla a un lado de mi.
—joven kaulitz, disculpe el retraso de Trümper—dijo con cara de avergonzado.
—o claro joven Kaulitz, perdone mi retraso, la perra que me jodio la polla se retraso y... — el director no lo dejó terminar sus palabras.
—¡TRÜMPER! —Grito horrorizado
—no se preocupe Director, usted también fue un puberto de nuestra edad, comprenda.
—claro, vosotros los jóvenes están en un constante estímulo de hormonas que...
Deje de escuchar al momento en que aquel chico poso su gran y benosa mano en mi pierna apretando , subiendo y bajando.
—kaulitz
Cubriendo cada centímetro de mi muslo.
—kaulitz
Tan ardiente.
—kaulitz
Subiendo y finalmente tocando mi entrepierna por debajo de mis cortos jeans.
—¡¡¡JOVEN KAULITZ!!! —also la voz, devolviendome a la realidad y aquel chico Quito su mano.
—¿si? —un simple susurro salio de mi boca.
—le comentaba que su tutor lo guiara a sus clases y lo orientará, usted es un chico muy inteligente y por lo tanto lo admitimos en este colegio, pero debo advertirlo de que sólo tres errores bastan para expulsarlo permanentemente de la institución.
—le aseguró que no tendrá queja alguna de mi.
—si y yo lo cuidare bien.
—eso espero Trümper.
Salimos de la Oficina sin siquiera vernos.
—sígueme—dijo jalando de mi muñeca.
No me dejó ni protestar, entramos a el baño y cerró el pestillo de la puerta dejándonos dentro.
—que estas... —me arrincono dejándome serca de los lavabos.
—mierda, joder—dijo mirándome a los ojos.