Capítulo 17.

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Harry y Caleb descendían por las escaleras empedradas que conducían a la rústica cabaña de Hagrid, repitiendo la misma ruta que Harry había tomado después de ser llevado forzadamente por Draco hacia el cobertizo. En ese momento, la mente de Harry se había convertido en su más feroz adversario. A pesar de sus esfuerzos, no podía liberarse de los pensamientos que lo atormentaban, una tortura mental que lo dejaba exhausto y profundamente molesto.

Una vez frente a la puerta del hogar del semi gigante, ambos se detuvieron. Harry levantó la mano y golpeó la puerta un par de veces, aguardando la respuesta de su viejo amigo. Desde el interior, resonaron pasos estruendosos, indicando que Hagrid se levantaba apresuradamente de su sillón. El sonido fue aumentando en intensidad hasta que, de repente, se detuvo. La puerta se abrió lentamente, revelando la imponente figura del guardabosques.

La expresión de asombro no tardó en manifestarse en el rostro de Hagrid. -¡¡Mira quien está aquí!! ¡¡Mi buen amigo Harry!!- Exclamó con alegría en su voz. Luego, dirigió una mirada un tanto perpleja al chico que lo acompañaba. -¡Oh, no vienes solo!- Añadió mirando al joven Hufflepuff.

-Hola, Hagrid.- Respondió Harry, devolviéndole la sonrisa. -Te presento a mi amigo, Caleb. Espero que no te moleste que haya venido conmigo.- 

-¡Para nada! ¡Los amigos de Harry son mis amigos también!- Exclamó Hagrid mientras se apartaba para darles paso. -Entrad. Hace mucho frío fuera, tendréis que estar congelados.-  

Ambos jóvenes cruzaron el umbral de la cabaña, y de inmediato sintieron la calidez que emanaba del interior. La chimenea estaba encendida, y el crepitar de la madera confería al lugar un ambiente íntimo y acogedor.

Los dos magos se acomodaron en el gigantesco sofá, mientras Hagrid retomaba su lugar en su sillón favorito. -¿Y a que se debe la visita? Hace mucho tiempo que no nos vemos. Me tienes que poner al día.- Preguntó el guardabosques, tomando un vaso de la mesa y dándole un sorbo.

Harry inclinó la cabeza en dirección a Caleb, quien le devolvió la mirada. -Han pasado...demasiadas cosas en estas últimas semanas. Pero no busco contar mis problemas con esta visita, Hagrid.- Dijo, volviendo la mirada hacia el semi gigante.

La respuesta de Hagrid a ese comentario vino acompañada de una expresión de perplejidad. -Ah...¿No?- Preguntó, un tanto anonadado. -Entonces, dime, ¿Qué es lo que te trae por aquí?-

Harry desvió la mirada hacia un cargamento de botellas apiladas que había en una esquina de la cabaña. -Escuché por Seamus en el Gran Comedor que te habían traído una gran reserva de cervezas de distintos sabores para que las probases.- Comentó sin apartar la vista de allí. -Bueno...me gustaría ayudarte con la labor.- Concluyó. 

La sorpresa se reflejó en los rostros de Caleb y Hagrid al descubrir el propósito de Harry. ¿Tomar alcohol era la intención original de su visita? Caleb fue el primero en expresar su desaprobación. -Harry, no lo hagas. Hay mil maneras de mantener la mente ocupada.- Aseguró con firmeza.

-No tengo inconvenientes, Harry, pero no son simplemente cervezas de mantequilla.- Agregó Hagrid. -Provienen de diferentes países, y no todas tendrán el mismo grado de alcohol.- 

Harry, cansado de escuchar excusas y reproches, elevó un poco la voz, dejando claro que la decisión estaba en sus manos. -Técnicamente, soy mayor de edad. Mis dieciocho años lo respaldan. Estamos a viernes y necesito relajarme un rato.- Se levantó bruscamente del sofá y estampó sus manos en la mesa que tenía en frente. -¡Soy libre de tomar mis propias decisiones, y he decidido beber esta tarde! ¿¡Tenéis algo más que añadir!?- Inquirió, mientras desafiaba con la mirada a los dos hombres que se encontraban allí.

Aroma a Canela y Menta. (Drarry Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora