Aroma a Canela y Menta. (Drarry Omegaverse)

Capítulo 18.

Un nuevo amanecer filtraba su luz a través de las numerosas ventanas del majestuoso castillo.  Dentro de sus muros, las personas que habitaban el lugar comenzaban a despertarse, cada una listándose para abrazar un nuevo día. Entre todas ellas, había alguien cuyo despertar se presentaba un tanto complicado.

Harry luchaba por abrir sus preciosos ojos, pero sus párpados parecían pesar más de lo habitual. Había disfrutado de un descanso tan reparador que su cuerpo anhelaba seguir durmiendo, aunque su mente insistía en lo contrario. Pronto, los recuerdos de su sueño vívido empezaron a aflorar en su mente, agregando una capa de complejidad a su despertar.

Intentó recomponerse, apoyando un codo en el colchón y agarrándose la cabeza con la otra mano mientras una intensa punzada la atravesaba. Miró a su alrededor con ojos confusos, tratando de desentrañar cómo había llegado a su habitación y cuándo se había puesto el pijama. Lo único claro en su mente era que la noche anterior había bebido en exceso, lo que resultó en enfadar y preocupar a sus amigos. Sentía la deuda de una disculpa por su comportamiento egoísta e irresponsable. Se sentó en la cama, contemplando fijamente la puerta de su habitación mientras intentaba reunir sus pensamientos.

En su mente, aquel sueño se repetía como un bucle constante. De entre tantos que había tenido con Draco, aquel se destacaba, ya que fue el único en el que el rubio no se alejaba de él. Era una sensación cálida y, al mismo tiempo, dolorosa. El hecho de que solo pudiera retener a Draco en sueños lo sumía en una intensa melancolía. -*Dame una tregua, te lo ruego...-  Suplicó a su mente mientras, medio tambaleándose, se levantaba de la cama y se dirigía hacia el cuarto de baño para ducharse.

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En las profundidades de las mazmorras, Draco Malfoy despertó con un propósito firme en mente. Ese día sería la oportunidad para disculparse formalmente con Harry; una urgencia que no podía permitirse posponer más tiempo.

Tras el significativo beso que le había entregado a Harry, procedió a desvestirlo y colocarle un pijama, sin que el León, sumido en un sueño profundo, se diera cuenta. Lo arropó con las sábanas y se permitió observarlo durante un rato más antes de salir de la habitación. Mientras permanecía allí, reflexionaba sobre cómo acercarse a él y rogarle por su perdón, pero no encontraba una respuesta clara.

Unos golpes en su puerta captaron su atención, incitándolo a levantarse de la cama y dirigirse hacia allí. En el trayecto, atrapó una camiseta negra y la deslizó sobre su torso, ocultando la tonificada musculatura que previamente estaba al descubierto. Al abrir la puerta, se vio recibido por la expresión radiante y jubilosa de Pansy.

-¡Buenos días, Draco!- Exclamó ella, rebosante de alegría.

-¿Buenos...días?- Respondió él, desconcertado por el comportamiento efusivo de su amiga. -¿A que se debe tú entusiasmo a estas horas de la mañana?- Preguntó mientras se daba media vuelta para abrir la puerta de su armario.

-¿Perdona?- Preguntó ahora Pansy, visiblemente molesta. -Que feo me parece que no te acuerdes del cumpleaños de tu amiga, Draco. -Cruzó los brazos y frunció el ceño, dirigiendo una mirada penetrante a la espalda de su amigo.

Ante esa respuesta, el rubio detuvo su tarea de sacar ropa y giró para enfrentar a Pansy. -Ups...- Murmuró, desviando la mirada con un gesto de vergüenza al darse cuenta de su olvido. -Perdón, Pansy. Tengo la cabeza en otro lado y no lo recordé.- Se acercó a ella y la abrazó. -Muchas felicidades, enana.- 

Pansy respondió con una cálida sonrisa mientras correspondía al abrazo. -Gracias, hurón.- Replicó, aceptando con humor el apodo burlón.

Draco soltó una risa y se separó del abrazo. -¡Oye, no te pases!- Exclamó en tono juguetón. Retomó su tarea de recoger la ropa y simuló dirigirse hacia su cuarto de baño personal. -¿Tienes planeado hacer algo?- Preguntó, observándola con curiosidad.