Capítulo XXII

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𝐓𝐨𝐦 𝐊𝐚𝐮𝐥𝐢𝐭𝐳.

Me remuevo entre las sabanas y siento un cuerpo cerca mío, me giro y me encuentro a Georg durmiendo, a su lado están Bill y Gustav. La cabeza me punza, siento seca la garganta y aún me siento un poco mareado, si esto es tener resaca, no lo quiero volver a sentir en mi vida.

Como pude, me pongo de pie y me dirijo a la puerta de la habitación con tal de salir e ir al baño, abro la puerta y me talló los ojos, los recuerdos me llegan poco a poco y debi estar tan ebrio como para alucinar e imaginar que Maddy había llegado a la fiesta. Realmente me daría pena saber que ella presenció mi mal estado, no quiero ni imaginar que debería pensar ella de mí si tan sólo me hubiera visto así.

Al retirar la mano de mis ojos, me paralizo al ver una figura femenina de espaldas parada fuera de la puerta de baño, podría asegurar que es Maddy porque yo la reconocería donde fuera. Hago el mayor silencio que puedo, entonces no lo imaginé y ya ella realmente me vio ebrio ayer.

𝐷𝑒𝑏𝑒𝑟𝑖́𝑎𝑠 𝑎𝑣𝑒𝑟𝑔𝑜𝑛𝑧𝑎𝑟𝑡𝑒.

Lo estoy, no se como voy a mirarla a lo ojos ahora, lentamente intento darme la vuelta para regresar a mi habitación. La puerta del balo se abre y Liam sale, su mirada se posa en mí y me sonríe de manera burlona, Maddy parece notarlo ya que se da la vuelta y me observa.

—Tom —dice, intenta acercarme a mí pero me acuerdo de mi aspecto y corro como loco hacia el baño, les pasó por un lado y cierro la puerta detrás de mí—Tom, ¿estás bien?

La preocupación es clara en su voz, rápidamente hago mis necesidades,  me lavo las manos y la cara. Cómo puedo, me cepillo los dientes para verme un tanto presentaell, una vez que me siento listo, abro la puerta y veo a madre y recargada en la pared observándome, agradezco que Liam allá desaparecido y solo este ella.

—Hola—saludo un tanto apenado.

Ella me mira sin acercarse, esta cruzada de brazos.

—¿Estas bien? —pregunta

Yo siento ahora mismo quiero abrazarla, pero temo que esté enojada o decepcionada por mi estado de ayer.

—Lo estoy—respondo

Ella se muerde el labio y piensa en que decir.

—Anoche parecías no estarlo, tú y los chicos estaban demasiados ebrios—comienza a decir y mi vergüenza aumenta—. Estaba demasiada preocupada por ti, no debiste beber así.

Me mira nuevamente.

—Lo sé y creeme que sonará tonto, pero fui obligado a hacerlo—le explicó—. A los chicos y a mí nos embriagaron en contra de nuestra voluntad, después no sé qué sucedió pero mi cerebro intoxicado se dejó llevar.

Ella no dice nada baja su mirada y despega su espalda de la pared, da un paso cerca de mí y me toma desprevenido cuando envuelves sus brazos alrededor de mi cuerpo. Recarga su cabeza en mi pecho, cuando reacciono, no dudo en corresponder porque esto es lo que quería hacer desde que la vi.

—Me alegro de que estés mejor, estaba preocupada por ti—murmura—. No vuelvas a dejar que te hagan lo mismo que ayer, jamás en la vida.

La miro con una sonrisa y la sorprendo cuando le doy un beso rápido en los labios.

—Lo prometo.

Ella asiente feliz y se separa de mí.

—Vayamos hacia la sala, alguien podría salir y vernos—toma mi mano.

The Guitar Boy | Tom Kaulitz  (Tokio Hotel) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora